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sábado, 15 de diciembre de 2012

SOBRE LAS RELACIONES HUMANAS

“When the going got rough, José would remind me frequently to: find your own pace and breathe with it. Slow down until you do” No pasa nada, by Wendy Sanchez, pp. 34.
¿Cuál es el fundamento de las relaciones entre las personas? ¿Para que nos relacionamos? ¿Por qué, en ocasiones, se tornan tan difíciles, complicadas y estériles? ¿Cómo hacer para que estas relaciones sean asertivas, agradables y provechosas? Estas y otras preguntas serán objeto de análisis en las siguientes líneas y lo haré desde una perspectiva incluyente y metódica que posibilite el mejoramiento de nuestro entorno social, familiar y personal. Desde el nacimiento mismo y hasta nuestra partida nos vemos envueltos en relaciones de diferentes tipos, ya sean de carácter paternal, maternal, fraternal o filial y, sin embargo, pocas veces nos preguntamos por la importancia que estas asociaciones tienen en nuestras vidas. El camino se inicia con la relación padres-hijo(a), la misma que con sus altibajos, se prolonga durante toda la existencia, posteriormente se añaden otros tipos de relaciones como las fraternales con nuestros hermanos, hermanas, amigos y amigas, para dar paso a las relaciones de carácter conyugal que nos depararán los más grandes desafíos de nuestra vida. Somos seres sociales por naturaleza, vivimos en medio de una sociedad que nos condiciona, nos enseña y nos forma de acuerdo con los parámetros que le son propios. Es en esta interacción en donde entran en juego elementos como las percepciones, las emociones, las sensaciones, los sentimientos y los pensamientos que le imprimen cierta complejidad a la manera en como nos relacionamos. Un simple “buenos días” o un profundo “hasta luego” se ven matizados y condicionados por el estado emocional de los participantes en el dialogo. No podemos sustraernos a estos sentires, pero podemos controlar su manifestación y, por ende, su impacto en nosotros y en el otro. Precisamente, el hecho de no controlar la interacción que existe entre las relaciones y los sentires es lo que le aporta la complejidad a las primeras. ¿En qué momento se complicó tanto esta relación? Esta pregunta seguramente la hemos planteado en cierto momento de alguna de nuestras relaciones, particularmente las de orden filial y conyugal, y no obstante, no hallamos una respuesta satisfactoria. Con nuestros hijos, así como con nuestra pareja somos mas proclives a distorsionar la esencia misma de aquel nexo que un día nos unió, olvidamos que fuimos nosotros mismos los que llamamos, creamos y fortalecimos la relación y, ante todo, no queremos comprender y reconocer que esta relación está ahí para enseñarnos algo que hemos olvidado, algo que una vez supimos pero que, por temor o desidia, no queremos recordar. La relación es de dos vías, y también lo es dar y recibir. La mano que da está por encima de la que recibe, por ello es que en algunos momentos debemos estar preparados para recibir, pero siempre tenemos que estar dispuestos a dar. Aquí está la clave de la complejidad de muchas relaciones: olvidamos que debemos dar antes que recibir y pretendemos que la otra persona sea quien tome la iniciativa, es mas, nos empeñamos en ver nuestros propios errores, faltas y fracasos en los demás, olvidándonos o no enterándonos que somos nosotros los que padecemos ese horrible mal. Esto es lo que hace grande al perdón como etapa previa a la sanación. Perdónese a usted mismo por las faltas del pasado y por su historia, luego perdone a sus parientes y sus faltas para que pueda continuar avanzando en el camino evolutivo. Tenga en cuenta que ese perdón ha de ser sincero, ha de provenir desde el fondo de su corazón e incluir su alma en él, pues de lo contrario se vuelve otra carga más en su pesada mochila. Por otra parte, uno de los componentes mas comunes en el proceso de complejizar una relación es el enfermizo temor a perderla. ¿Ay, y si algún día te pierdo?, ¡Me dolería mucho perderte!...Estas y otras afirmaciones de angustia solemos expresarlas cuando consideramos que una relación es valiosa para nosotros. Nos empeñamos en ver el invierno ad portas cuando apenas está entrando el verano o, como dice A. Cortes: “[…] que manía de invertir cada presente en el mañana”. Nos perdemos de vivir el presente porque estamos constantemente pensando y tratando de vivir el futuro y cuando este llega, ya es pasado, con lo cual hemos perdido el presente, el pasado y el futuro para situarnos en un limbo tan constante como improductivo. No tema perder la relación por pavura racional a los misterios, pues has de saber que nada es para siempre y reconocer que es el movimiento el que crea y renueva la vida. Es en ese ir y venir de las relaciones donde está el verdadero misterio de la vida en relación con su aprendizaje. El flujo y reflujo de las olas renueva la vida en el mar; el constante movimiento del rio trae consigo la vida que alimenta las especies y propicia la vida. Somos parte de una energía creadora que jamás se detiene, porque detenerse es empezar a morir. Las sociedades son entes vivos porque se renuevan constantemente, es decir, fluyen, y en ese movimiento es donde encontramos los condicionantes sociales como parte de las relaciones. Existen nexos que nacen y se refuerzan solo por presión social, situación común, por ejemplo, en los colectivos etarios de jóvenes de todas las épocas. En este caso la complejidad radica en el tipo de condicionante que influye en el carácter como expresión del inconsciente del individuo. Cada uno es proclive a aceptar y reproducir aquellos condicionantes sociales que le son propios y que considera adecuados desde su carácter y su personalidad, con lo cual tenemos sociedades más complejas que otras en términos de las relaciones que las mantienen vivas. A modo de ejemplo de esta disparidad se pueden citar las relaciones sociales entre grupos de personas pertenecientes, por ejemplo, a una religión como el Cristianismo o el Budismo. Tanto los atuendos como los rituales y su significado pueden llegar a ser ininteligibles para un individuo ajeno a dichas religiones, pero ello no significa que no tengan valor, solo se trata de que el observador carece de los elementos de juicio necesario para comprenderlos y valorarlos. Aquí tenemos otra clave más para mejorar nuestras relaciones: aunque no las comprendamos completamente, si podemos aceptarlas, respetarlas y tratar de entenderlas, antes de censurarlas y desecharlas. Pero, ¿Por qué nos relacionamos? Si de antemano sabemos que una relación puede llegar a ser tan compleja y en muchos casos altamente lesiva, ¿por qué nos empeñamos en buscar, propiciar, crear, desarrollar y mantener las relaciones? Aventurarse a dar una respuesta sencilla es una tarea frustrante, no obstante, podemos pensar que desde la concepción social del individuo las relaciones son la única manera de permanecer dentro del grupo, identificarse con él y progresar. Desde la Teosofía, así como desde las grandes religiones vivas se puede aseverar que el individuo solo puede alcanzar la liberación, la iluminación o la salvación mediante la interacción constante, cotidiana y asertiva con los demás. ¿Esto justifica la existencia de relaciones? La respuesta es no. Dado que nos relacionamos por diferentes motivos como temor a la soledad, compatibilidad o afinidad con el otro, inseguridad personal, búsqueda de complementariedad, necesidad de reciprocidad, etc., podemos terminar envueltos en relaciones desastrosas que, a manera de bucle, nos llevan poco a poco a tocar el fondo de la miseria y el dolor. En estos casos la autoestima nos puede ayudar a tomar la decisión de acabar con este tipo de relaciones, romper los lazos que nos atan a estas personas y acercarnos a otros ideales mas elevados, por ejemplo, religiosos, espirituales, humanísticos, filantrópicos, etc. La relación es un proceso de comunicación que incluye todos los elementos de aquella, por tanto hay un emisor, un receptor, un canal, un código y mensaje, con lo cual tenemos otra clave mas para nuestro proceso de optimización de las relaciones: podemos actuar en todos y cada uno de los cinco elementos que conforman la comunicación. Cuando una relación ha perdido su fundamento, esto es, cuando se ha vuelto destructiva y degenerativa, podemos revisar estos cinco elementos y mejorar o revaluar alguno de ellos, todo esto desde un sexto elemento presente en la relación: el objetivo. Podemos empezar preguntándonos: ¿Cuál era el objetivo de esta relación?, es decir, ¿Para qué fue que un día decidimos relacionarnos? Retomar el objetivo inicial nos permite hacer ajustes en todos o alguno de los cinco elementos anteriormente mencionados. Y es que en ocasiones el emisor no es claro, veraz o asertivo en la emisión de la comunicación; otras veces lo es el receptor; pero también el mensaje puede no ser claro, estar sesgado o incompleto o, estar codificado en lenguaje desconocido para el receptor; también solemos usar un canal no adecuado para relacionarnos, por ejemplo cuando nos hacemos una idea de la situación social de un país solamente escuchando y viendo noticias de él, o cuando le pedimos al exnovio de nuestra chica que nos ayude con ella. Para que haya comunicación real y efectiva se requiere la retroalimentación, es decir, tanto la comunicación como la relación deben crear, deben ser fructíferas para las dos partes involucradas en el proceso, de lo contrario se vuelve estéril y tiende a complejizarse y a complicarse demasiado; envuelve al ser en un proceso degradante que implica desordenes físicos, mentales y espirituales. De usted depende el tipo de relación en la que se desea involucrar, las características de la misma, los componentes que entraran en juego, la asertividad y el resultado que se obtenga. No dude en cuanto a que las relaciones son la mejor manera que tenemos de perfeccionar el carácter y dominar la personalidad y de que ellas siempre serán parte de su existencia, por lo tanto, propóngase mejorarlas y transformarlas en herramienta de trabajo idónea para lograr una vida mas productiva, mas sensata y mas feliz. Tal como aconseja un pensador europeo en relación con lo que él define éxito personal: “(Conocimientos + habilidades) x Actitud = Éxito”. Las relaciones son parte de la actitud pero se visualizan en los dos primeros componentes de esta ecuación. Finalmente, le dejo una reflexión que propone la protagonista de una película muy singular: La física de la búsqueda, una fuerza en la naturaleza gobernada por leyes tan reales como las leyes de la gravedad, es algo como esto: si eres lo suficientemente valiente para dejar atrás todo lo cómodo y familiar que puede ser cualquier cosa desde tu casa hasta amargos resentimientos y llevar acabo un viaje en búsqueda de la verdad, sea externa o internamente, y si realmente deseas ver absolutamente todo lo que te pasa en ese viaje como una clave, y si aceptas a todo el que conoces durante el camino como un maestro y, ante todo, si estás preparado para enfrentar y perdonar algunas verdades complejas sobre ti mismo, entonces la verdad no se te ocultará. (Comer, rezar, amar). Eliper F&E 2012

martes, 11 de diciembre de 2012

POBREZA, RELIGIÓN Y RIQUEZA

“Los caminos se separan y vuelven a encontrarse dentro y fuera del camino” Madoka Mayuzumi (Hayku)
Nunca como ahora producimos tanta cantidad de alimentos y, sin embargo, nunca como ahora tenemos una hambruna tan grande en el mundo entero. Analicemos un poco esto. Al parecer existe una conexión directa entre los dúos de pobreza y miseria y riqueza y buena calidad de vida y, en tal sentido, he pensado que dicho nexo se puede establecer desde la religión. Me explico: en regiones o países donde es muy fuerte el componente religioso como parte de la existencia diaria, se puede notar una de estas dos condiciones, es decir, o su población es muy pobre y miserable o es muy rica y con buenas condiciones de vida. Tomemos, por ejemplo, el caso de El Congo (África) y España (Europa). En el primer caso se nota una pobreza extrema en donde sus habitantes malviven en su mayoría en medio de condiciones adversas que los llevan a estar muy por debajo del umbral de la pobreza establecido por entidades internacionales como la ONU, sin embargo, y a pesar de la miseria, coexisten solo en la capital, mas de cincuenta sectas religiosas cada una con su propia cosmogonía, sus dioses y sus rituales. La asistencia al culto es obligatoria pero no por prescripción del superior, sino por propia imposición. Cuando pregunto acerca del casi fanatismo religioso (aun cuando no se tiene comida en el plato, se asiste al culto), la respuesta que me ofrece una directiva de la AECID (Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo), me comenta con la certeza de quien lleva trabajando en el país mas de un año, tiempo durante el cual ha puesto todo su empeño y recursos en ayudar a salir de la pobreza extrema a sus congéneres, que la razón de la proliferación de las sectas en el Congo es bastante sencilla: al no haber valores humanos, empleo, recursos físicos o tecnológicos, ni otros elementos a que apegarse y en los cuales poner la fe y la esperanza, solo queda una cosa: la religión. En el segundo caso, España (Europa), así mismo Estados Unidos, Alemania, Italia, entre otros, se presenta una condición similar pero del otro lado de la moneda. Sin duda, Estados Unidos no sería lo que es sin el componente religioso que la inspiró y que, de una manera un tanto subjetiva, sigue cumpliendo un papel importante en el desarrollo de la nación entera. El Thanksgiving Day (Día de Acción de Gracias), celebrado el cuarto jueves de noviembre, sigue siendo con mucho, una de las fechas mas importantes y sagradas dentro del calendario norteamericano y su moneda recuerda la confianza puesta en Dios (“In God we trust”). Más allá del tipo específico de religión de que se trate (Budismo, Islamismo, Cristianismo, Protestantismo, etc.), y tal como lo comenta Madoka Mayuzumi, la creencia en algo superior simboliza nuestra fragilidad y desamparo ante la vida: La gente reza y deja ofrendas, recuerdos personales y objetos para decir “gracias”, “adiós”, “te echo de menos”, “por favor, ayúdame”. En la tristeza y en la alegría necesitan un lugar sagrado donde dejar algo suyo para hacer frente a lo incomprensible, lo inexplicable, lo irracional, pero, sinceramente ¿Aun creemos en el poder de estos actos fervorosos? ¿En el sosiego que nos comunican? ¿Legaremos también esto a nuestros hijos? Puede que estos gestos, símbolos de nuestra fragilidad y de nuestro desamparo ante la vida, desaparezcan y sean sustituidos por nuevos dioses. En nuestra cultura [Japonesa], ya hemos conseguido que nuevos iconos borren los frágiles lazos que nos unen al pasado y acaben por convertirlos en polvo y cenizas. ¿Volveremos algún día a oír a Dios?, ¿o a entrever su dedo llamándonos desde el cielo? ¿Quién colocará una piedra indicando el camino para que otros sepan qué camino seguimos? ¿Le importará a alguien que se haga? ¿Dónde estará el misterio? La religiosidad, la necesidad de sentirse parte de algo superior, hijo o imagen de un ser divino es una condición inherente al ser humano en tanto parte de un universo incomprendido. Con todo ello, esta imperiosa necesidad de identificación con la divinidad se puede hallar tanto en las primeras etapas del desarrollo de la evolución espiritual, como al final, cuando la presencia divina se hace una realidad y la individualidad da paso a la universalidad. Esto nos lleva a no juzgar las creencias religiosas ajenas, pero, así mismo, nos impele a comprenderlas y respetarlas dentro de los límites de lo bueno, lo correcto y lo humano, condiciones que impulsan el desarrollo del ser en esta fase de su evolución. Por otra parte, desafortunadamente, la religión no camina sola, pues aunque tiene unos limites claros fijados por sus respectivos avatares, estos se han perdido o se han velado a lo largo de los siglos de coexistencia con otras religiones y otras formas de asociación, de poder y de gobierno colectivo. De su mano van ancladas casi siempre, la política bipartidista, el caudillismo pernicioso, la burocracia malsana, el despilfarro continuo de recursos, la corrupción administrativa, el engaño vituperable y otros males que aquejan la sociedad actual. La religión, convertida en herramienta de control y de poder, con preceptos anquilosados en épocas pretéritas, enmarañada en rituales cuyo significado ya no es comprendido – y quizá tampoco necesario y por tanto, inútil; ensimismada en su propia interpretación de la moral y la ética, sesgada por las imposiciones maniqueistas de lideres engañosos que la permearon y moldearon a su propio antojo, se ha transformado en una ecuación sin aparente solución y sin otro fundamento que la intrusión en otras esferas sociales para intentar hacerse con un poco de halito de vida que le impida su ya necesaria y tardía muerte. Dado que el común denominador en esta ecuación de miseria suele ser siempre la ignorancia, la resolución pasa por la educación y la formación de los niños y las niñas como base de la sociedad futura. Educación y formación si, pero ¿en qué dirección y con cuales fundamentos? Antes de repensar una sociedad es necesario responder a esa pregunta y otras mas relacionadas con la dirección adecuada, es decir, con la evolución hacia la divinidad. ¿Es, entonces, culpable la religión del empobrecimiento y la miseria de algunos países, pueblos o naciones? Ella, como tal, no es ni culpable ni inocente, tal como el veneno per se no es culpable de causar la muerte a quien lo ingiere. La religión es ella, tiene una razón de ser y cumple unos propósitos que, curiosamente y tal como lo concibe la mente inquieta del Pensador, son los mismos en todas ellas, más allá del nombre que se le asigne. Los componentes o preceptos son esencialmente los mismos, la diferencia radica en el uso que de ellos se haga, por tanto, la culpabilidad o inocencia radica en el oficiante, no en el oficio. Ello explica, en parte, porque el Budismo es la única religión viva que no ha manchado sus manos de sangre.

domingo, 2 de diciembre de 2012

CAMINANDO POR BERLIN

“Conocí cien países, siempre me gustó viajar. Gente muy diferente, muchas formas de pensar; pero la pobre gente, la que siempre sufre y da, esa no era diferente, en todas partes era igual”. Yuridia Valenzuela La sincronicidad, esa aparente tendencia que tienen los eventos para encadenarse y que opera a un nivel todavía desconocido para el ser humano promedio, me hace pensar de nuevo en la causalidad que, junto con la justa ley de causa y efecto y con el movimiento, hacen posible la vida en este planeta. Caminar por una calle de cualquier ciudad del mundo puede convertirse en una experiencia bastante aleccionadora si uno se dedica a observar en lugar de limitarse simplemente a ver lo que sucede alrededor. Pero, si además de observar también nos dedicamos a comparar, ya no desde la perspectiva del critico literario, por lo demás aburrido, monótono y un tanto pedante pretendiendo poseer la ultima verdad de un suceso que, entre otras cosas, nunca aconteció, en fin, como decía, si nos liberamos de prejuicios y nos alejamos de creencias y perdemos el afán de juzgar y encasillar cada observación dentro de un modelo prediseñado y establecido por otros, nos daremos cuenta que esa caminata por Berlín (u otra ciudad del mundo entero) se puede transformar en encuentro cultural, social, político, económico o de otra índole pero siempre con un componente espiritual interior que se cuela por nuestros sentidos (aun no totalmente desarrollados), tratando de enseñarnos que nuestros problemas, pero también nuestras alegrías están siendo compartidas en todo el globo y que nuestros agobios y desesperanzas son las mismas de toda la raza humana. En el Türken Markt (un mercado Turco situado al noroeste de Berlín, Alemania) inundado de la mas variopinta clase de elementos con vendedores que nos ofrecen desde un auto hasta un kaki de sabor simplón que nos permite pensar que esa maldita tendencia a maximizar la producción en aras de la máxima competitividad echó a perder el sabor, y, como si esto fuera poco, nuestra mirada no puede menos que fijarse en el cartel pegado en la ventanilla del coche anunciando que el precio del mismo es dieciocho veces mas bajos que el precio cuando éste era nuevo. Por supuesto, al tiempo lanzó la pregunta: ¿Por qué tiene un precio de solo € 900 un auto que se ve, en apariencia, en muy buen estado? Y la respuesta no se hace esperar: “Este mercado de coches se conoce como el mercado para tontos, pues hay que serlo para comprar un coche aquí”. Luego me entero que algunos pueden provenir de orígenes harto dudosos pero una cosa es segura: el kilometraje mostrado en el medidor hay que multiplicarlo por cinco. Lo demás lo dejo a vuestra imaginación. Me siento en un café a reflexionar y me doy cuenta que esta misma situación se vive en la Plaza de San Nicolás en Cali, Colombia; una plaza de mercado de Lima, Perú o una pequeño polígono al sur de Madrid, España. ¿Qué tienen en común estas situaciones?: El engaño, el timo, la necesidad (de ambos, comprador y vendedor), …. Y es que cuando se trata de maximizar la productividad, el gusto tiende a desaparecer. Cuando la producción se hace pensando en el producto y el consumidor, no en la maximización de ganancias, el sabor se ve incrementado. Tal como lo comenta Antonio (un personaje español que conocí en el vuelo Madrid – Frankfurt): “Aunque se pierda el sabor de las frutas producidas masivamente en Europa, es cierto que son hermosas”, y no le falta razón. Las frutas que se producen y comercializan en Europa son hermosas, invitan a comprarlas; las manzanas, por ejemplo, son todas iguales, en tamaño, forma, color, apariencia, pero no saben a manzana; las naranjas no son amarillas, sino amarillas imitando el color del oro, las fresas suelen ser del mismo tamaño y forma y las mandarinas imitan la perfección en su apariencia física. Todas estas frutas y muchas mas tienen un común denominador: han perdido el sabor original. Sigo caminando, observando, comparando, pensando y viviendo. Me llama la atención un hombre que, sonriendo con grandes ojos, repite en un alemán con marcado acento árabe una letanía de “barato, barato, barato” unos pasos mas adelante, otro vendedor, perdido entre una montaña de Blumen Kohl (Coles alemanas), me mira, sonríe y ofrece sus productos haciendo alusión a Helmut. Köln, acto seguido y al comprender que mi vocabulario Alemán es menos que probable que me permita subsistir, en un Ingles con marcado acento árabe me pregunta si soy de México. Tratando de establecer una cierta distancia, le respondo que no, pero si de por esos lugares. ¡De Colombia!, dice, y pone cara de satisfacción. Le respondo afirmativamente y empieza a imitar la preparación de la cocaína antes de ser inhalada mientras con su sonrisa complaciente insiste en que traiga un kilo y lo comercialicemos en el norte y nos hagamos ricos…¡Las cosas que hay que escuchar y ver! Mi memoria se dirige a ciertos momentos durante mi Camino de Santiago, instantes en donde coincidía con especímenes de la raza humana cuyo conocimiento de un país se limitada a lo poco que los periódicos de corte amarillista suelen informar (cuando no, desinformar) y con ello creen poseer la verdad. ¿Común denominador entre estas situaciones?... la ignorancia, la vanidad y el poder. Mi acompañante me sugiere probar unos dedos de queso, llamados Börek, que un vendedor ofrece en medio de una tienda repleta de productos que no tengo la más mínima idea de que se trata pero tienen apariencia bastante gustosa. Como es costumbre en Alemania, debemos esperar que terminen de atender el cliente que llegó de primero y mientras gruesas gotas de sudor discurren por el rostro del dependiente (pues la cocción de tantos productos simultáneamente hacen que viva su propio infierno), nos pregunta por nuestra decisión. Conclusión: los Börek de queso son toda una prueba de buenos tentempiés que, con algunas variaciones, he comido, tanto en Colombia como en festivales gastronómicos internacionales que he visitado en España. ¿Común denominador?...El gusto. Aunque se usen diferentes ingredientes, otros nombres en otros idiomas, el gusto termina siendo igual o similar en muchos casos, sobre todo en países desarrollados. Llegamos a una parte de la ciudad en donde el rio Spree sirvió de frontera natural entre aquella Berlín floreciente y amorosa, y la otra Berlín empobrecida y gris. Mi guía me comenta que este tramo del rio era patrullado por barcazas armadas que tenían como misión (y casi siempre lo conseguían), disparar y asesinar a quienes intentaban cruzar el rio en busca de una vida menos lánguida en Berlín del Oeste. Mi mirada se centra en el antiguo puente por el que ahora circulan coches en un flujo continuo que nos recuerda el movimiento que causa la vida. Todo fluye mientras construye. Ahora la memoria me lleva a pensar en los muros, me llama la atención que mientras algunas ciudades, naciones y regiones los derriban e intentan unificar, otras los construyen e intentar separar. ¿Común denominador?: Los muros, el dolor, la felicidad (de quien lograba cruzar, de quienes separan y de quienes reunifican). ¿Común denominador?: La lección. Aprendida para algunos, por aprender, para otros. Entra en la cafetería una pareja de esposos alemanes cuyas edades sumarian no menos de 160 años, vienen acompañados de un perro, quizás labrador. Se sientan y el camarero se dirige a ellos llevando en sus manos la comanda y un cuenco con agua para el canino. Mientras llega la comida, esta pareja comparte sendas cervezas (como debe ser en Alemania), y los demás nos dedicamos a observar o simplemente leer alguno de los muchos periódicos (que dicho sea de paso, son los periódicos mas anchos que conozco, tienen siete columnas) que inundan los cafés en este bello país. Finalmente, encuentro que Berlín tiene otras cosas comunes con el resto de ciudades del mundo. Tiene un rio que le da vida, una no clara pero existente separación entre la gente mas rica y pudiente y la menos poderosa (porque en Alemania también hay gente pobre, pero la manifestación de la pobreza es diferente en relación con los países pobres), y un sol que la alimenta todos los días. Aun con estas similitudes y otras que no menciono aquí, se hallan diferencias curiosas como el hecho de que el sol pareciera no calentar en Berlín, como si M. Trini se hubiera inspirado en ella cuando cantaba: “Tu y yo, inventamos un sol que no daba calor…”. En fin, Berlín tiene esa magia que encanta a quien sabe buscar, es decir, a quien saber que buscar es la condición segura para no hallar. Por lo tanto, para disfrutar de esta ciudad solo hay que caminarla o sentarse y esperar; abrir los sentidos y vivirla, porque si la pobreza tiene otra cara en Berlín, también la tienen otras expresiones humanas como la alegría, el dolor, la esperanza o la caridad.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Al Final del Camino

Por Eliper F&E Madrid, Noviembre de 2012
Alma eterna, alma querida, Que una mañana saliste en busca de la Luz. Alma que alguna vez te sentiste rendida, Con el peso tosco de una cruz. Largo te ha parecido el sendero; Las distancias en ti se acumularon En el camino Azul que te trazaron. ¡Oh! Alma mía, en la entrada del Templo te espero. En el camino el fuego sagrado te purifica, Abraza los restos impuros de la imperfección, Mientras los pasos te guían hacia el Templo, Donde te llegará, con el Todo, la unificación. Mira a la vera del camino, de la mano de tu guía: Allí están tus deseos y tus penas sacrificadas. Observa tus pasiones y aspiraciones vencidas; Contempla tus apegos y tus tristezas purificadas, Recuerda que por todas ellas lloraste un día. Mira tus miedos quemándose en la llama siempre eterna. Levanta tu mirada hacia el Templo Sagrado, En donde te esperan para darte la bienvenida, En el lugar donde alguna vez has morado Contempla la morada pero no deberás haber entrado, Sin antes perfectamente haberte limpiado. No oses poner tu sucia y gastada piel, Donde solo está permitido el Deber. ¡Oh! Alma cansada que el dolor fustigó, ¡Oh! Alma atormentada que las distancias caminó, Alma errante y vagabunda que la soledad conoció, Alma que el llamado alguna vez escuchó. Una tarde entrará en el Templo Sagrado, Desde donde una mañana partió, En busca de algo que luego olvidó, Y que a fuerza de tesón recordó. Así, escucharte quiero, decir al Padre Creador: ¡Solo ha sido un día largo, mi señor¡ Alma que te bañaste en la luz del sol, Alma que la luna con sus rayos enfrió… Alma pura que de la tristeza, Sus lecciones por fin aprendió.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

DEL CUMPLIMIENTO DEL DEBER

Por Eliper F&E Madrid, noviembre de 2012. “[…] Porque la fuerza, cuando carece de la regente ayuda de la sabiduría, Queda vencida por el asombro estúpido que confunde todas las cosas; Y para el propósito de la acción, el intelecto es inútil Cuando carece de la fuerza” El Bhagavad Guita (Comentarios de W. Judge, p.127. Ya hemos avanzado mucho en nuestro análisis acerca de la evolución del Pensador. Hemos establecido algunas de las causas que le generan dolor y sufrimiento y concluido con la propuesta de algunas herramientas que nos ayudarán a eliminar dichas causas y hallar un poco de paz y felicidad en este complicado Kaliyuga que nos ha correspondido trascender. A continuación disertaremos acerca del cumplimiento del deber (Dharma) que cada persona está llamado a realizar durante la presente vida, acordando que existe un propósito claro tanto en la vida del individuo como en la existencia del universo del cual hace parte y, para este análisis partiremos de la división en cuatro castas de la sociedad Brahmánica, pues mediante una simple observación nos podemos dar clara cuenta que es perfectamente aplicable a nuestra sociedad actual, aun cuando los nombres hayan cambiado. Estas cuatro castas, a saber: Brahmanes (Sacerdotes), Kshatriyas (Guerreros), Vaisyas (Agricultores y mercaderes) y Sudras (Servidores o empleados) tenían en la India unos deberes claramente diferenciados y su evolución dependía del recto cumplimiento de los mismos, es mas, la constitución física de sus cuerpos era adecuada para tales labores. En la actualidad esta diferenciación es visible y aplicable al conjunto de la sociedad en cuanto que podemos observar y clasificar las personas en GOBERNANTES (tanto de sí mismos, como de otras personas, pudiéndose incluir en ellos a muchos sacerdotes, gurúes, monjes, pastores, directivos empresariales, etc.); GUERREROS (militares, personal de seguridad, de grupos beligerantes); COMERCIANTES (de todos los tipos) y SERVIDORES (del sector publico o privado, trabajadores de base, etc.). Con un poco de observación directa, estas diferencias se hacen visibles y, más bien, la pregunta que nos corresponde hacer es: ¿A cuál de estos grupos pertenece cada uno de nosotros? Porque, dependiendo de la respuesta que hallemos, podremos establecer una conducta como ideal y, de este modo, hacer corresponder nuestro comportamiento con ella, lo cual evita que cometamos errores y generemos más dolor y sufrimiento, tanto en nuestra actual existencia, como en las futuras. Esta es la esencia de la vida. El Dharma comprende dos elementos: la naturaleza interior en el punto a que ha llegado y la ley que determina su desenvolvimiento en el período que se va a abrir ante ella. El Dharma debe ser proclamado por cada uno. El primer Dharma es el del servicio. Cualquiera que sea el país en que las almas sean nacidas, desde el momento en que han dejado tras ellas los períodos preliminares, su naturaleza interior exige que sean sometidas a la disciplina del servicio y que adquieran, sirviendo, las cualidades necesarias para su crecimiento en el periodo que comienza. Dado que el primer Dharma es el del servicio, en un análisis in crescendo del cumplimiento del deber del ser humano desde el servidor hasta el gobernante y de la mano de la Dra. Annie Bessant, se tiene que: El Deber de un servidor: […] Así, estudiando al salvaje, vemos que la sa¬tisfacción del deseo es la ley de su progreso. Manú ha dicho: "Tratar de librarse de los deseos satisfaciéndolos, es pretender extin¬guir el fuego, con manteca derretida. Es preciso humillar y dominar el deseo. Es preciso sofocar en absoluto el deseo". Esto es realmente verdadero, pero solamente cuando el hombre alcanza un cierto grado de evolución. En las primeras fases la satisfacción de los deseos es la ley de la evolución. Si el hombre no satisface sus deseos, no hay para él progreso posible. Cuando la facultad de iniciación es débil, la razón pobre y poco desenvuelta, el Yo inconsciente de sus altos destinos e influenciado sobre todo por los deseos, cuando él to¬davía tiene que desarrollarse satisfaciendo la mayor parte si no la totalidad de sus deseos, entonces el Dharma de este hombre es servir y solamente por el cumplimiento de este Dhar¬ma puede conformarse a la ley evolutiva que lo llevará a la perfección. Un hombre tal es un Sudra, cualquiera que sea el nombre que se le de en los diferentes países. En nuestros días reina la confusión. ¿Cual es en este periodo la ley de crecimiento? La obediencia, la devoción, la fidelidad. La obediencia, porque el juicio no está desarrollado. El hombre que tiene por Dharma el servicio, debe obedecer ciegamente a quien sirve. No le corresponde discutir las órdenes de su superior, ni examinar si las acciones que de él se exigen son sabias. Ha recibido una orden y su Dharma es obedecer. Tal es para él la única manera de instruirse. Se vacila en admitir esta doctrina, pero es verdadera. Voy a presentar un ejemplo que parecerá claro, el de un ejército y un sim¬ple soldado a las órdenes de su capitán. Si cada soldado sometiese a su juicio personal las órdenes del general y dijera: "Esto no está bien, porque, a mi modo de ver, hay otro lugar donde yo seria más útil", ¿qué vendría a ser el ejér¬cito? El soldado es fusilado cuando desobedece, porque su deber es la obediencia. ¿Vuestro jui¬cio es débil? Estáis dominado por las influencias exteriores? ¿No podéis ser dichosos más que rodeados de ruido, de tumulto? Entonces vues¬tro Dharma es servir, cualquiera que sea el lu¬gar de vuestro nacimiento y seréis afortunados si vuestro Karma os coloca en una posición en que la disciplina pueda formaros. El deber de un comerciante: Tal como el deber de un servidor es “servir” sin parar mientes en si las órdenes que recibe son correctas o no, justas o injustas; así mismo, el deber de un comerciante, en todos los países del mundo, es: Desenvolver en sí mismo el espíritu de justicia, equidad en las relaciones con el otro, el no dejarse desviar de su objeto por simples razones de sentimiento, el desen-volvimiento de cualidades como la astucia y la perspicacia, sabiendo mantener en equilibrio la balanza entre los deberes contradictorios; el há¬bito de pagar lealmente en los asuntos legales, un espíritu penetrante, la frugalidad, la ausen¬cia de despilfarro y de prodigalidad, la regla de exigir a cada servidor el servicio que debe prestar y pagarle su salario justo, pero nada de más; tales son los rasgos más salientes que preparan para un desarrollo más avanzado. Es un mérito en el Vaishya el ser frugal, el rehusar pagar más de lo que debe, el exigir en las tran¬sacciones la rectitud y la exactitud. Todo esto hace nacer las cualidades necesarias que contribuirán a la perfección futura. Al principio estas cualidades son a veces poco simpáticas, pero consideradas desde un punto de vista más elevado, se ve que constituyen el Dharma de este hombre y si este Dharma no se cumple, los puntos débiles subsistirán en su carácter, se manifestarán más tarde y perjudicarán su evo¬lución. La liberalidad es seguramente la ley de su desenvolvimiento ulterior, pero no la libe¬ralidad del hombre negligente o que paga más de lo que debe. Él debe acumular riquezas por la práctica de la frugalidad y de la exactitud y después emplearlas en nobles adquisiciones, o en pensiones a los sabios, o bien consagrarlas a empresas serias y cuidadosamente estudiadas que tengan por objeto el bien público. Acumu¬lar con energía y gastar con cuidado, discerni¬miento y liberalidad, tal es el Dharma de un Vaishya, la manera como se manifiesta su na¬turaleza y la ley de su crecimiento ulterior. El deber de un guerrero: Pero si un servidor, al igual que un comerciante, tiene un deber que cumplir, también es menester que el guerrero desarrolle aquel que le es propio y, en tal sentido, la palabra guerrero hace referencia en la actualidad a las fuerzas militares y similares de un país, así como también a los grupos armados contrarios a las mismas, aun cuando esto parezca a simple vista un despropósito. Tanto el soldado secuestrado como el guerrillero secuestrador, esto es, tanto victima como victimario, comparten un Dharma y un Karma que deben cumplir. Para A. Bessant, el Dharma del guerrero está relacionado con las batallas y las luchas, en que la naturaleza interior es combativa, agre¬siva, batalladora, sabiendo mantenerse en su puesto y pronta a defender a cada uno en el ejercicio de sus derechos. El valor, la intrepidez, la generosidad magnífica, el sacrificio de la vida en la defensa de los débiles y el cumplimiento de los deberes personales tal es el Dharma del Kshatriya. Su deber es proteger lo que le está confiado contra toda agresión exterior. Esto puede costarle la vida, pero poco importa. Debe cumplir con su deber. Su trabajo es proteger, guardar. Su fuerza debe servir de barrera en¬tre el débil y el opresor, entre el ser indefenso y los que quieren pisotearlo. Tiene razón en hacer la guerra y en luchar en las selvas con las bestias feroces. El deber de un gobernante: Finalmente, el alma de un gobernante está llamada a gobernar, a mantener el control en todo su reino. Si ella no hu¬biese atravesado todos estos períodos anteriores y obtenido la sabiduría por la obediencia (Sudras), el es¬fuerzo (Vaysyas) y la lucha (Kshatryas) ¿cómo podría enseñar? El hombre ha llegado a este grado de evolución en que la expansión natural de su naturaleza interior le impulsa a instruir a sus hermanos más ignorantes. Estas cualidades no son artificiales. Son naturales e innatas y se manifiestan donde quiera que existan. Un Brahman no es un Brahman si, por su Dharma, no ha nacido ins-tructor. ¿Ha adquirido conocimiento y un na¬cimiento favorable? Esto es para ser instructor. La ley de su desenvolvimiento es el conocimiento, la piedad, el perdón de las ofensas, la simpatía por toda criatura. ¡Qué Dharma tan diferente! Pero ¿cómo el Brahman podría sen¬tir simpatía por toda criatura si no hubiese aprendido a sacrificar su existencia a la voz del deber? Las mismas batallas han enseñado al Kshatriya a ser más tarde el amigo de toda cria¬tura. ¿Cuál es para el Brahman, la ley de su desarrollo? No debe perder jamás el imperio sobre sí mismo. Jamás debe ser arrastrado. Siempre debe dar prueba de dulzura. De otra manera, falta a su Dharma. Debe ser absolutamente puro. Jamás deberá llevar una vida in¬digna. Debe desprenderse de los objetos terres¬tres si ejercen alguna acción sobre él. Para cerrar este artículo dedicado al deber podríamos decir que de la comprensión, aplicación y sostenimiento del mismo depende, en gran parte, la felicidad, el crecimiento y la evolución tanto del individuo como de su comunidad y del universo en general. Cada uno debe hacer lo que está llamado a realizar, sin dilación, sin temor y con la firme convicción que existe un camino trazado para llevar a cabo su misión pero que recorrerlo depende del valor, el entendimiento y la voluntad de que se disponga porque, entre otras cosas, el de¬ber del superior es manifestar virtudes superio¬res, pero de ningún modo tiene derecho de exigirlas a sus inferiores. Cada individuo debe manifestar lo que le es apropiado, pero el Dharma varía entre uno y otro ser. Esto nos lleva al último elemento que deseo considerar: La tolerancia. Tanto en la familia, como en la escuela y la sociedad en general, es necesario desarrollar la virtud de la tolerancia al momento de exigir el cumplimiento del deber. No sirve de mucho mostrarle a un Sudra la eficacia de actuaciones relacionadas con el buen gobierno, o discutir la importancia de las luchas armadas con personas cuyo deber no está relacionado con la guerra (sea esta de carácter físico, territorial o psicológico). Con todo esto, es bien sabido que al elevarse de un nivel de consciencia a otro, el individuo gana cierto grado de control y el derecho de comprender lo que sucede en el nivel inmediatamente anterior o inferior, con lo cual puede convertirse en un agente de cambio importante al momento de realizar aportes en la resolución de conflictos de toda índole. Esto, además de constituirse en motivo de mejoramiento personal, es también garantía de superación del conjunto de la raza humana. ¡Cumplir el deber!, he ahí su misión en esta vida.

miércoles, 24 de octubre de 2012

EL KALI YUGA, UN TIEMPO DE SUFRIMIENTO, DOLOR Y CAMBIO

Por ELIPER F&E Madrid, Octubre de 2012 “…Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler, me duele hasta el aliento… ” Asomarse a este siglo XXI con una mirada critica, amplia y consciente parece una tarea harto difíci
l y dolorosa. Hambruna, dolor, llanto, tristeza, desolación y muerte se nos presentan como el pan diario del cual se alimentan los noticieros y la prensa amarillista que busca resarcir su incapacidad de objetividad, de creatividad y de visión mediante el acto de rumiar las noticias desastrosas que a diario se suceden, especialmente en las llamadas “sociedades desarrolladas”. En el presente artículo trataré de hacer una aproximación a un momento histórico, este que nos ha correspondido vivir, signado por elementos de fuerte contraste y violentas contradicciones que podrían tomarse como antesala de una era apocalíptica, pero que no son mas que expresiones sinceras de la necesidad de cambio y re-direccionamiento a que está llamado el ser humano, su entorno vital y el universo mismo. Las cosas no están bien, no pueden estarlo, tal cual las vemos ahora mismo. La vida es un proceso en continuo cambio; el día sucede a la noche; una profunda calma queda después que amaina la gran tormenta; a una crisis le sigue una conciliación, en fin, todo tiene un comienzo y un final. La vida son subidas y bajadas, constante movimiento, por eso debemos estar atentos al presente pues nada es para siempre. Hubo un tiempo en que la vida fluía de manera continua, pausada y tranquila, segura y dinámica a través de todos los seres que poblaban el universo. Cada ser desempeñaba a cabalidad el papel que le correspondía y las cosas funcionaban de manera sencilla, quizás se trataba de un paraíso, un nirvana o como queráis llamarlo, total, el nombre no importa. Arriba era arriba, el cielo permanecía por lo alto y la tierra era preñada por el sol. Las cosechas eran abundantes y las lluvias, así como las sequias tenían un tiempo para expresarse y unas razones claras para actuar. Se hablaba, entonces, del hombre de oro, de plata, de cobre y de madera, y había una lógica simple en todo ello, pues el ser de oro tenía como función dirigir, gobernar; él era oro, por tanto no se corrompía con nada y, en tal sentido, era prenda de garantía para un gobierno pulcro, justo, fructífero y duradero. Por su parte, el ser de plata tenía como misión procurar seguridad, contener las arremetidas de otras civilizaciones mas atrasadas y por ello se podrían identificar con los militares de un reino. Su habilidad era la destreza en el combate, en tanto que la distinción del ser de cobre era el comercio. La compra y venta de productos correspondía a ese ser de cobre que tenía la flexibilidad necesaria para amoldarse a los cambios y ceder aquí o permanecer firme allá. Finalmente, la gente de madera eran aquellos que producían, laboraban y sostenían la pirámide desde su base. Su condición esencial era el servicio a toda la comunidad. Es curioso notar como esta misma distribución persiste en la sociedad actual, con algunos ajustes, por supuesto. Es en este sentido que se deben entender las castas que el Hinduismo propuso en la India. Cada ser debe hacer aquello que debe hacer. Una señal inequívoca del malestar de una sociedad corresponde a la aparición constante y creciente de médicos, abogados y políticos. La aparición de enfermedades nuevas, la proliferación de otras antiguas y la incapacidad de un estado para erradicar viejos males acentúan la necesidad de formar nuevos médicos en diferentes disciplinas; en tanto que el surgimiento continuo, por un lado, de delincuentes y, por el otro de nuevas leyes con redacción incorrecta, sesgada o poco clara, proclives a la interpretación amañada, exige la aparición de abogados (esto explica por qué, en un maridaje diabólico, la mayoría de políticos tienen como profesión el derecho). Y como si esto fuera poco, cada momento surgen nuevos caudillos pretendiendo poseer la verdad, la panacea que salvará a toda su nación (o al menos a los militantes de su partido político) y la llevará por la senda de crecimiento y desarrollo. Cada partido político surge como la alternativa y se llega a una situación en que la mitad de la población es candidata a gobernar a la otra mitad. A esto lo solemos llamar democracia, y lo hacemos porque ignoramos el significado real de dicho sistema. Evidentemente, esta aberrante y miserable forma de gobierno actual dista años luz de ser una verdadera democracia. Empero, y adelantándome a las soluciones, se puede decir que la base de estas tres situaciones es la ignorancia, y es allí donde se puede romper la cadena de miseria y empobrecimiento de las naciones. Ver la televisión, acceder a internet o leer el periódico, se ha convertido en una tarea dolorosa cuando no, ridícula. El televidente oscila entre los noticieros empeñados en presentar sucesos de dos tipos: politiqueros de oficio empecinados en justificar su deseo de enriquecimiento personal a costa de la miseria de sus pueblos y, por otro lado, asesinatos, muertes, suicidios, robos, desahucios, y demás momentos dolorosos que impactan la impasibilidad del televidente y ponen de manifiesto la incapacidad de pensamiento y discernimiento a que han llegado. La sociedad actual vive (¿sobrevive?) en medio del miedo, el pánico y el horror provocado por los medios de comunicación. Y, como si esto fuera poco, entre estos dos momentos abren un espacio para un solaz que llenan con telenovelas, partidos de futbol y realities que tienen un objetivo: calmar los posibles ánimos de protesta contra el sistema que nos absorbe. La ecuación romana se sigue repitiendo y, lo mas curioso es que aun funciona: Pan y Circo; o lo que es lo mismo: Futbol y Coca-Cola. La base de toda esta pirámide de pobreza sigue siendo la ignorancia. En los países en desarrollo (mas de la mitad del mundo) cuando ocurre un accidente de trafico, la gente acude masivamente a mirar lo sucedido, se intercambian miradas, se esconden objetos, se cuchichea y hasta se brindan soluciones parroquiales para que el hecho no suceda nuevamente, quizás hasta alguien llame a los servicios médicos. Esta situación no se presenta en los países desarrollados. Aquí se entiende que existen entidades para que atiendan cada suceso, en tal sentido, el transeúnte sigue su camino sin parar mientes en el suceso. Por un lado, se diría que hay un cierto grado de conmiseración en el primer tipo de sociedad, pero hay que tener en cuenta que no todo el que se acerca a la victima desea y puede realmente ayudarla; pero por otro lado, se nota cierta indiferencia, diríamos, endurecimiento de los sentimientos o hastío en el segundo tipo de sociedad, aquello que en Colombia dieron en llamar:” importaculismo ” y que es característico de una sociedad enferma. Pero lo anterior es solo un ejemplo de un asunto particular en las sociedades actuales, actuación que se puede traslapar a otras situaciones en todas las sociedades, por lo tanto, para comprender el momentum del mundo en general es importante ir uniendo cabos entre estos y otros hechos desde una perspectiva incluyente, sintética y objetiva que nos permita alejarnos de esa realidad de la cual somos parte. Esta eyección es la que nos permite visualizar con alguna objetividad la situación global de nuestro planeta. Sustraigámonos del hecho para poder visualizarlo en su totalidad y, para ello, partamos de algunas anomalías particulares para que lleguemos a las conclusiones generales desde la hipótesis de que el mundo pasa por una cierta edad media renovada [edad oscura] en donde la curva sigue en descenso hasta que un día cercano alcance el fondo y empiece a emerger hacia una era dorada. Veamos, entonces: Según la tradición Hinduista, el universo pasa por este proceso de decadencia y renacimiento a causa de la perdida del dharma o deber, hasta que entra en un descanso de igual duración. Fuera como fuese, y atendiendo a la ciclicidad y el movimiento como condiciones necesarias para la evolución, solamente es posible ascender cuando se ha alcanzado la sima mas profunda. En la actualidad pareciera que ese punto se estuviera alcanzando, pues el valor de la vida se ha perdido, y ésta se tranza por unos cuantos billetes, por comida o por celos. El concepto de la moral y la ética parecen caprichos de unos cuantos que se empeñan en rescatar las bases de una sociedad que navega sin rumbo aparente hacia su pronta destrucción. Las lecciones no parecen aprendidas y el ser humano se deshumaniza cada vez más. Pero esta decadencia no es nueva, ya estaba dibujada desde antes de la era Cristiana. Escudriñando en textos antiguos como el Mahabharata (escrito varios siglos antes de la era Cristiana) se puede leer: Un sacerdote le había preguntado una vez a Vyasa por qué se dedicaba a clasificar los Vedas en lugar de dejarlos como el corpus único y grande que constituían. Él respondió que, con la Kali yuga, la mente humana se volvería más inquisitiva, pero más pequeña también, y necesitaría muletas. La mente sería un pequeño cuchillo con el que cortar el mundo a pedacitos. La división sería el orden del día, porque la Verdad en su integridad estaría más allá del alcance del hombre. Las últimas palabras de Vyasa en la puerta del ashram antes de partir fueron: “Yo organizo los Vedas para que éstos puedan organizar a los hombres. Su sentido interior se perderá y nuestros rituales se petrificarán más aun. Esto es inevitable. No puedes detener la rueda del carro cuando Kala fustiga a los caballos. Pero al menos los Vedas guardarán el conocimiento hasta que una Sabiduría con la que ni siquiera hemos soñado los haga descansar para siempre. Hasta entonces, serán la balsa que nos porte a través de la oscuridad de esta yuga. ” En otro texto sagrado Indo se describe al Kali yuga así: “Habrán numerosos gobernantes luchando por el poder entre ellos. Ellos no tendrán carácter. La violencia, las mentiras y la inmoralidad estarán a la orden del día. La piedad y la naturaleza del bien se desvanecerán lentamente. La pasión y la lujuria serán la única atracción entre los sexos. Las mujeres serán objetos de placer sexual. La mentira será la línea límite de subsistencia. La gente culta será ridiculizada y puesta en vergüenza; en el mundo la ley del más rico será la única ley”. Acudiendo a otros textos tanto sagrados (de otras religiones) como históricos se pueden encontrar descripciones tan violentas como discutibles para la era en la que vivimos, pero en cualquier caso y ateniéndonos solamente a los hechos no podemos menos que sentirnos tentados a creer en la capacidad visionaria de quienes los escribieron. • Conflictos bélicos en Siria, Turquía, Colombia, Irlanda, Corea del Norte y en casi la mitad de los países del África septentrional. • Hambruna y miseria en Somalia, Congo, Ruanda, Uganda, Angola, Mozambique, Sudan, Nigeria, Senegal, Ghana, Burkina Faso y Etiopia. • Empobrecimiento acelerado de la población económicamente activa en Irlanda, Islandia, Portugal, Turquía, Grecia, España e Italia. • Surgimiento de nacionalismos sesgados, inmaduros o inapropiados, con formas violentas y movidos por intereses creados en países como España, Alemania, Reino Unido, la Federación Rusa y algunos países tanto de la Liga Árabe como de América Latina. • Muestras cada vez más fuertes e incluso, violentas en varios países del globo, del inconformismo de la sociedad en general frente a esa clase de dirigentes que solo representan los intereses de la banca internacional, pero que en ningún caso cumplen la función social para la que fueron elegidos. • Incremento de los desordenes físicos y sicológicos de índole social como el estrés, los suicidios, homicidios, crímenes pasionales, violencia de género, tristeza, depresión y similares. • Incremento de la pasión desbordada por los objetos de placer temporal que lleva a buscar su satisfacción a ultranza del bienestar social. • Decadencia continuada tanto del individuo como del grupo social al cual pertenece, particularmente dentro de algunos colectivos como los políticos, los abogados y los comerciantes. • Aparición de contubernios monstruosos, cuando menos peligrosos, como los formados por dictadores, abogados y militares que asolan algunas naciones del mundo. • Desamparo casi total de la base del futuro de toda sociedad: la niñez y la mujer, so pretexto de mantener unas normas religiosas, sociales o de poder que someten y sojuzgan al ser humano. • Crecimiento de la ignorancia en términos, ya no de saber leer y escribir, sino de pensar, de discernir y de actuar de manera correcta para el conjunto de la humanidad. • Crecimiento del consumismo salvaje y ampliación de las ataduras al sistema de consumo mediante la entrega de hipotecas a 30 años que terminan pagando los nietos. • Incremento desmesurado de las distracciones masivas (deportivas o de entretenimiento) que retrasan e impiden el desarrollo de la consciencia de la realidad humana. Particularizando algunos elementos esenciales y localizándolos en el globo terráqueo, se puede reseñar: A. Desplazamientos humanos por circunstancias de orden social, económico o político en: 1. América: o México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Brasil, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador y Paraguay. 2. Europa: o España, Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, Islandia, Republica Checa, Rumania, Eslovenia, Eslovaquia, Ucrania, Bulgaria, Serbia y Albania. 3. Asia: o Pakistán, Irak, China, Irán, India, Siria, Yemen, Corea del Norte. 4. África: o Casi la mitad de los países ubicados al norte del continente. B. Conflictos internos en: o Colombia, Filipinas y varios países de áfrica septentrional. C. Crecimiento de la población marginal en las grandes ciudades tales como: o Rio de Janeiro, Lima, Santiago de Chile, La Paz, Buenos Aires, Bogotá, Cali, Quito, Tegucigalpa, Managua, Ciudad de México y Nueva York. o Capitales europeas como Londres, Madrid, Berlín, Roma o Paris presentan cuadros similares con poblaciones marginales. D. Desplazamiento forzado o no de la población campesina hacia los núcleos urbanos en países como: o Vietnam, China, Filipinas, y en casi todos los países de África, América del Sur y Centroamérica. Es bien sabido que los coletazos finales de un animal que está muriendo suelen ser los mas peligrosos, quizás por ello es que la enfermedad terminal que aqueja al sistema capitalista está siendo tan desastrosa para el conjunto de la humanidad, mas no por ello podemos dejarnos amedrentar y quedarnos de brazos cruzados esperando que un milagro amaine el temporal. Precisamente ahora es el momento de actuar tanto desde la individualidad como en la conformación de colectivos de índole económico y productivo (cooperativas, asociaciones de usuarios, fundaciones de ayuda y protección al menos favorecido), de carácter social y de asistencia mutua que hagan frente a los grandes bloques internacionales que pretenden continuar con sus esquemas de poder. Todas las restructuraciones, planes de contingencia y “rescates” que se están practicando en la actualidad solo conducen a favorecer a los pocos grupos económicos que ostentan el poder en el mundo entero. Conocer la historia nos evita repetirla, al menos en los términos en los que la vivió la humanidad de otras épocas. La situación de corrupción y decadencia de la clase política, la proliferación de abogados y médicos (muchos sin escrúpulos y desconociendo la existencia del juramento Hipocrático) y el decremento de la calidad de vida no son mas que coletazos de una era que se niega a morir. Afortunadamente, en la vida real como en las películas, el bien siempre triunfa sobre el mal y lo hace por una simple razón: la evolución es una realidad dextrógira, sustancial en todos los sentidos y su dirección es hacia el bien y el progreso de la humanidad en su conjunto. Ella termina imponiéndose, aunque el precio sea muy elevado para quienes se niegan a cambiar. Finalmente, me resta plantear una sencilla pregunta: ¿Por qué no puede existir permanentemente un estado de bien o “bienestar”?...Quizás algunos de vosotros compartáis conmigo esta inquietud y en su proceso de búsqueda hayan encontrado la misma respuesta que yo: sencillamente porque el ser humano aun no está suficientemente purificado o preparado para ser capaz de sostener un estado de paz y bienestar continuo. Es así de simple. Un ejemplo de esta situación lo hallamos con aquellas personas que por mas que se desviven por ayudar a los demás, que día tras día prestan sus servicios al conjunto de la humanidad, que se esfuerzan por llevar comida, ayuda, un poco de amor a los mas necesitados… en fin, estas personas suelen ser difamadas, vapuleadas y menospreciadas ante una sociedad que termina por creer lo que los grandes medios de comunicación les muestran, sin pararse a juzgar la veracidad del hecho en cuestión. La historia está plagada de héroes y heroínas que se dejaron la piel por defender los derechos de los más necesitados y que ofrendaron el mayor precio que un ser humano puede pagar: su vida. Desde la lucha a muerte con un animal feroz en la antigua Roma, pasando por las hogueras encendidas donde quemaban vivos a los herejes en el Medioevo y llegando hasta la desaparición e inmigración forzadas, la cárcel, el destierro o la humillación y la vejación en cárceles sin nombre, en todo ese trayecto existe un denominador común: la ignorancia sobre la cual se ejecuta a los inocentes, a los atrevidos y a los avatares. Esta nueva Edad Media, llena de oscurantismo, de pobreza, de miseria, de cinismo y de ignorancia solo es la antesala de una nueva Edad de Oro, aquella donde prevalezca la verdad, el bien-estar común, la equidad y la justicia para todos. Quizás no alcancemos a vivir en ella, pero una cosa es segura: cuanto antes empecemos a trabajar por ella, mas pronto llegará. Porque, si acaso no es ahora, ¿entonces cuando?

martes, 2 de octubre de 2012

DE LA NOCHE OSCURA DEL ALMA Por Eliper F&E Octubre de 2012 La demasiada luz, o
bnubila. No se puede mirar directamente al sol sin perder la posibilidad de observar con claridad, algo similar sucede con la demasiada información que pasa a llamarse “infoxicación”. Parece que entre mas nos acercamos a la fuente primaria, tanto mas perdidos nos sentimos, lo cual puede suponer una situación de desaliento para el Buscador. En el presente artículo, trataré de aproximarme a un momento específico en el largo y complejo camino que sigue el Pensador durante su proceso evolutivo, hago referencia a un instante conocido como “La noche oscura del alma”. Se dice que justo antes de que el primer rayo del alba despunte en el horizonte, la noche ha alcanzado su máximo grado de oscuridad, pues las tinieblas no son más que la ausencia absoluta de luz. Esta idea vale la pena tenerla presente siempre: “La oscuridad no es mas que la carencia de luz”, así como la ignorancia no es mas que la falta de conocimiento, esto es, ellas por si mismas no existen, no tienen validez ni estructura; o, para expresarlo en términos orientales, “su esencia es el vacío y la vacuidad es su forma”, tal como lo contempla el Budismo Tibetano en el Sutra del Corazón refiriéndose a la esencia vacía de los cinco skandas . Las cosas reales son invisibles a los ojos humanos y el ser humano es incapaz de observar por si mismo la esencia real de las cosas, incluido el sol. No obstante, y con esta incapacidad manifiesta, si nos es dado aproximarnos por analogía, por intuición o por meditación a la esencia real de algunas ideas arquetípicas y del vasto conocimiento que encierra, por ejemplo, la creación del universo. No obstante, el desarrollo de este tema nos llevaría por una ruta diferente a la propuesta en este escrito, por tanto, y en aras de cumplir el propósito, debemos volver un poco sobre nuestros pies. Decía que la oscuridad existe gracias a la luz, lo cual no es nada nuevo pues todos los pares de opuestos presentan esta misma característica, es decir, cada uno existe gracias al otro, siendo esta, precisamente, la esencia de la creación. Sabemos qué significa “arriba” porque tenemos presente y conocemos el significado de “abajo”, y así sucesivamente. Pero, ¿de qué nos sirve conocer la importancia de la dualidad como condición de aprendizaje humano para comprender el significado de la Noche Oscura del alma? “Como es arriba”, es abajo, reza un viejo proverbio Hermético; si quieres conocer a Dios, conoce su creación, el ser humano. Conocer la luz, nos permite aproximarnos a la oscuridad con meridiana claridad, lo que supone que en la Noche Oscura del alma está presente la luz. Lo dijimos en alguna ocasión: el problema no es el conocimiento, sino la herramienta con la cual se accede al mismo. El conocimiento está aquí, ahí y allá para quien desee saber y tenga el coraje de ir tras él. La equivocación fue de Merlín y no de la Dama del Lago, cuando esta le dijo que en cierta isla encontraría un caballero de corazón puro que salvaría el reino y aquel se llevó a Lancelot, cuando debía llevarse a su hijo, Galahad . Pues bien, mas allá de aceptar o no, de creer o no, de decidirse a buscar o permanecer en la inercia, la verdad está allí esperando ser develada por la mente inquisidora e inquieta, que no le teme a la muerte del cuerpo físico y que esta dispuesta a encarar la Noche Oscura del alma aun a costa de entregar su propia vida. Es en ese sentido que, y tal como está documentado, grandes personajes de la historia han pasado por este momento culminante antes de obtener la gloria a la que se han hecho merecedores gracias a sus constantes sacrificios en beneficio de toda la humanidad. La Madre Teresa de Calcuta escribía a su confesor en medio de un torrente de emociones encontradas, cartas en las cuales detallaba en las postrimerías de su vida, la oscuridad tenebrosa por la cual estaba atravesando y con palabras, casi con gritos de desesperación, le preguntaba a su confesor las razones por las cuales Dios la había abandonado y ya no la quería. Ella se sentía tremendamente sola en medio de un mar tenebroso que ofuscaba y obnubilaba su visión de ayuda a las personas más necesitadas pero que, a la vez, dejaba una absoluta e irrefrenable claridad de la fortaleza del amor hacia Dios. “Yo le amo con todo mi ser, aunque Él ya no me quiera”, decía. Situación similar se puede encontrar en personajes inmensos como Jesús El Cristo, cuando iba a ser entregado. Consciente de la dura prueba que debía afrontar y de su condición de ser humano, se retira en soledad y le pide al Padre “aparta de mí ese cáliz, pero hágase tu voluntad”. La Noche Oscura del alma es, sin duda, una dura prueba que el alma debe encarar en solitario, pues es allí donde debe demostrar que está lista para avanzar al siguiente estadío. En perspectiva, se puede comparar con la “guru-dakshina” o tributo que el discípulo tenia que pagar al Maestro por sus enseñanzas, tal como fue el caso de Ekalavya cuando su mentor Drona le solicita que se corte y entregue su dedo pulgar derecho . En este mismo contexto y región, tanto Arjuna como Yudisthira (dos de los cinco príncipes Pandavas) debieron encarar su propia Noche Oscura cuando, justo antes del combate, Arjuna tira su arco Gandhiva al suelo y le dice a su guru que no puede pelear a muerte contra sus enemigos. Por su parte Yudisthira, el justo, debe afrontar una dura prueba en medio de las tinieblas y rodeado de cadáveres pestilentes justo antes de que pueda entrar al reino celestial. Así tambien, y continuando en la India, podríamos notar el caso del ultimo Buda, Sidharta Gautama, quien antes de alcanzar el nirvana se vio enfrentado a tres grandes pruebas iniciáticas que Maya –la ilusión-, le tenía preparadas y que se pueden resumir así: la primera estaba relacionada con los placeres mundanos como la sensualidad y la concupiscencia (los 5 skandas), es decir, con los apegos e identificación del Pensador con las cosas pasajeras de esta existencia. La segunda tiene relación con los temores, los miedos y la falta de voluntad que suele acompañar al Pensador en todo momento. La tercera y quizás la mas difícil se representa por la vanidad e identificación de la personalidad consigo misma, es decir, creer que lo que veo de mi mismo es mi esencia. Finalmente y en un ejemplo mas prosaico, diríamos que El Caballero de la armadura oxidada (que, dicho sea de paso, representa a todos los seres humanos) también pasa por su Noche Oscura no solamente al interior de los castillos del silencio y la sabiduría, sino cuando se encuentra colgando en un abismo sin fondo aparente y una voz le dice que se suelte y se deje caer al vacío. De esta manera, podríamos seguir enumerando distintos ejemplos tanto reales como aquellos aportados por los grandes escritores que han vislumbrado un poco de la real sabiduría y han querido entregarla, velada para los profanos, en sus grandes obras literarias. En cualquier caso, la Noche Oscura del alma está relacionada con dos circunstancias especiales: la necesidad de cambio constante y la llegada a un punto de referencia. Todas las cosas están en movimiento constante, desde el viento hasta las criaturas que pueblan los mares y la tierra; todo en el universo sigue un curso porque detenerse es empezar a morir. Los cambios no son el problema, pues estos estarán presentes lo queramos o no, los deseemos o los odiemos, los pidamos o los rechacemos. Lo verdaderamente importante en este caso es aprovechar el cambio para renovar las viejas estructuras de pensamiento, de actuación y de convicción. Moldearnos a nosotros mismos desde la exquisitez y perfección de los Arquetipos, bajo la certeza de que lo que es bueno para el ser humano, es bueno para la humanidad. Finalmente, podríamos tomar la “Crisis Espiritual” como una antesala a la Noche Oscura del alma. Pero, ¿Qué es la crisis espiritual? Veamos. Para algunos Pensadores, como E. Muñoz, la “Crisis Espiritual” que puede sufrir un ser humano está dada por tres características, a saber: 1. Sensación de ausencia de sentido y finalidad. 2. Sentimiento de miedos nuevos y raros. 3. Necesidad de experimentar devoción por algo superior a uno mismo. Aun cuando estas tres condiciones, sin duda, sitúan al alma en un momento oscuro y sin aparente sentido, son solo la confirmación que “algo más grande” está sucediendo al interior de la persona. Que el llamado de su Ser interior es ahora mas claro, mas directo y casi imperioso. Nada que no sea lo perfecto, lo excelso y eterno, puede alegrar el alma cuando esta ha probado y ha bebido de la fuente de la inmortalidad. Es una sed que no se calma con el agua corriente, un hambre que no colma el alimento físico y que solo puede saciarse yendo un poco mas allá, allí donde refulge la luz incombustible de la chispa divina que existe en cada ser. Es tu deber, como el Arjuna que eres, combatir y vencer en cualquiera que sea la batalla que ahora mismo estés librando. No le temas a la Noche Oscura del alma, ella solo es la señal inequívoca que pronto amanecerá y el sol renovado brillará de nuevo en tu camino de evolución.

miércoles, 22 de agosto de 2012

SOBRE LA MUERTE COMO PRINCIPIO

Sembrar y cosechar, llorar y reír, fracasar y tener éxito, nacer y morir…son solo algunos de los muchos pares de opuestos en los cuales se verifica nuestra existencia. El principio y el fin son tan engañosos como todos los extremos en medio de los cuales vivimos, es por ello que una de las cualidades más importantes que hemos venido a desarrollar en esta existencia es el DISCERNIMIENTO, aquella virtud que nos permite hallar lo que el último Buda denominó “El Camino Medio”. Ni tanto que queme el santo ni tan poco que no lo alumbre, solían decir los abuelos y nos les faltaba razón. Si colocas la vela demasiado cerca al santo sin duda lo quemará junto con la casa. En e
l presente escrito trataré de acercarme a uno de esos extremos conocido como la muerte y lo haré desde los pocos pero seguros conocimientos que permiten muchos años de lecturas comparativas, pensamiento dirigido y experiencias directas propias y ajenas relacionadas con el tema. Desde los albores de la humanidad el ser humano se ha mostrado interesado por responder a una pregunta que aun hoy día sigue perturbando la existencia de muchas personas inquietas: ¿Quién soy? Este interrogante se puede replantear así: ¿Cuál es mi objetivo en esta vida?, o: ¿Por qué he venido a este mundo?, e, incluso: ¿Cuál es mi misión en la vida? Sin importar la manera de plantearla, tanto la finalidad como el método de responderla son siempre los mismos. Veamos. Si una persona realiza el sencillo ejercicio de sustraerse mentalmente del planeta, esto es, imaginarse elevándose por el aire y ver bajos sus pies su casa, luego su ciudad, su país, su continente, su planeta, su sistema solar, su galaxia, su nebulosa, quizás una supernova y luego…? La mente del profano entra ahora en una encrucijada pues carece de datos para continuar su viaje, con lo cual tiene dos alternativas: aceptar que el universo tiene un final (lo cual supone un caos irresoluble pues lo que le sigue es la nada, pero ella misma es “algo”) o, aceptar que le falta información para tomar una determinación al respecto y continuar su búsqueda. La segunda opción parece la mas acertada para el Pensador (aquel que decidió conocer la verdad, hacerla valer y seguirla aun a costa de su propia vida –diríamos, muerte-), pero supone el uso de las facultades inherentes al ser humano (tanto las desarrolladas como aquellas que apenas empiezan a aflorar, como la intuición, la clarividencia, etc.). Dado que el Pensador ha decidido seguir adelante con la búsqueda de la respuesta a su pregunta, debe aceptar que requiere mas información (mejor dicho, conocimiento) y que por lo pronto partirá de algunas bases ciertas que le permitan fijar su pensamiento sobre una plataforma meridianamente solida. Algunos datos para conformar esa plataforma son los obtenidos por fuentes científicas, teológicas, teosóficas, filosóficas, etc., tales como la existencia de cerca de 200 mil millones de estrellas con sus sistemas planetarios, lo cual supone un vasto universo incomprensible para la mente profana actual. En este orden de ideas, queda resuelta una gran inquietud: No estamos solos en el universo. Este es demasiado grande para no abrigar diversas formas de vida. Ya tenemos aquí otro elemento más en la plataforma. Pero sigamos. Si el universo es infinito, si no estamos solos en él y si existe un proceso evolutivo para todos los seres, es porque la vida tiene un fin, es decir, la existencia está justificada en alguna manera y para todos los seres, por lo tanto la vida y la muerte, sembrar y cosechar, llorar y reír no son el comienzo ni el fin de algo. El nacimiento del ser y su respectiva muerte no fijan los límites de su existencia en tanto seres de luz. El problema no está en la carencia de una verdad, sino en la dificultad de comprender las múltiples expresiones de dicha verdad. Si a una persona que padece daltonismo se le pregunta cual es el color que ve en un cartel y este responde equívocamente, el problema no es del color, sino del instrumento con el que se aprecia el mismo. La verdad ha estado siempre allí, la dificultad radica en la herramienta y en el observador, no en el conocimiento. Aquí nos enfrentamos a uno de los grandes problemas de la humanidad y la causante de todos los males que la aquejan: la ignorancia. Por ignorancia se pueden cometer los mas grandes errores, ella es causa de la miseria de los pueblos y el entorpecimiento de los sentidos que llevan a juicios errados, sesgados e incompletos. Si el anterior análisis se hace a conciencia, se debe llegar a la aceptación de la existencia de un objetivo o una meta en cada ser, lo cual elimina la casualidad como posibilidad de desarrollo y nos sitúa en la causalidad como engranaje de la vida misma o, lo que es lo mismo, el determinismo activo (potencial en muchos casos) de la evolución en tanto motor de la vida única y total. Como ejemplo de lo anterior, permítanme hablar del amor cuya condición esencial es la expansión. Cuando una persona ama a otra, lo usual es que trate de poseerla en todo sentido, aprisionarla, encerrarla en su concepción del mundo y quererla toda para si misma. Como resultado de esta situación surgen los celos, la desarmonía, el odio, el rencor, la aprensión, etc., condiciones que generan contradicciones y velan la existencia de la persona. En cambio, si dicho ser humano se dispusiese a aplicar la esencia del amor, esto es, la expansión, tendría como resultado que además de amar a esa persona también amaría todo cuanto la rodea, su mundo se expandiría de forma infinita y recibiría a cambio mucho mas amor del que está dando. Esta es la condición de expansión del amor, igual sucede con otros sentimientos y con todas las virtudes. Como habréis notado, el método que he venido aplicando es el de partir de las certezas, tanto las adquiridas por propia experiencia como aquellas que otras personas han logrado. Esta es la manera de avanzar en la obtención de conocimiento real, de evolucionar en medio de un universo que aun se nos antoja desconocido y muchas veces lúgubre y espinoso. El discernimiento nos permite hallar y aceptar las certezas que conforman nuestra plataforma de vida y desde la cual podemos expandirnos en la búsqueda de las respuestas a las preguntas que nos plantee la vida misma. En consecuencia, y para muchas personas, algunas de estas certezas son: • El universo en su totalidad aun nos es desconocido. • La vida y la muerte y todos los extremos posibles no son la totalidad. • Existe un camino medio que nos permite hallar la verdad de la existencia. • Tenemos un propósito de vida que hemos venido a desarrollar. • La condición esencial del amor (y de todas las virtudes) es la expansión. • Las causas de la acción son el conocimiento, la cosa a ser conocida y el conocedor. Dado el poco espacio en que pretendo presentar un tema tan complejo, me resta hacer una aproximación al concepto de muerte y conminar a los posibles lectores a continuar en su propia búsqueda, sin aceptar mis certezas, ni las de nadie, hasta que su propia experiencia los haya convencido de su validez. En tal sentido, se puede notar con cierta curiosidad que aun cuando la muerte es algo seguro, el ser humano trata de no pensar, soñar o hablar acerca de ella y esta curiosidad tiene una fácil explicación: al tenerla como el final de todo, se la ve como algo negativo, punible y censurable que acaba con el objetivo de la existencia. La muerte equivaldría al final del universo, aceptarla es aceptar que el universo tiene final. En estos términos, cada mañana al salir el sol habría un nacimiento y al ponerse, una muerte; los ciclos de día y noche estarían marcados por estos dos extremos y, tal como hemos colegido, en ningún extremo hay resolución, dando como resultado que la existencia es una e infinita como el universo mismo. Las expresiones de nacimiento y muerte son solo pequeños momentos en los que se verifica el aprendizaje en términos de evolución y dan sentido al proceso mismo, pero en ningún momento fijan el comienzo y el fin de la existencia. Comprender esta verdad significa aceptar la responsabilidad por la propia vida, por el mejoramiento continuo de nosotros mismos y por la interdependencia con todos los seres que habitan el universo. Entonces y, en consecuencia, tenemos que replantear la pregunta ¿Qué sucede después de la muerte?, y expresarla en términos de continuidad: ¿Cómo es la vida más allá del plano puramente físico? No olvide que el correcto planteamiento de la pregunta es la clave para una respuesta óptima. La aproximación a la respuesta para esta pregunta la haré, nuevamente, desde las experiencias aplicadas, tanto propias como ajenas, el conocimiento ecléctico multidisciplinar del que disponemos y la intuición como herramienta del pensamiento concreto. Una vez que el cuerpo físico ha culminado su proceso vital, deja de ser adecuado para retener el alma individualizada, la cual debe continuar su proceso evolutivo en otros planos de la existencia dentro de la cadena evolutiva humana. El cuerpo físico retorna a la tierra de donde provino mientras que el alma continúa, más o menos activa, en el plano astral, previo un exhaustivo análisis y apropiación de las experiencias ganadas en su vida terrenal ultima. El grado de consciencia en el plano astral dependerá del desarrollo que haya tenido mientras vivía en la tierra, lo cual supone la importancia capital que tiene el desarrollo de la misión u objetivo de vida. Es una imagen desastrosa contemplar las almas lamentándose por las oportunidades perdidas. El aprovechamiento de este tiempo en el plano sutil depende, a su vez y tal como es en la tierra, de la capacidad que tenga el ser de aprovechar los recursos existentes y ponerlos al servicio del Gran Plan ideado para todos los seres del universo. Tanto en la tierra como más allá de ella hay una gran cantidad de trabajo por desarrollar, pero sin duda la condición más importante para avanzar en la evolución es el servicio a los demás y por esta vía, a la Ley Divina. Esta es, quizás, la última certeza sobre la cual podemos cimentar nuestra existencia. Los dones y virtudes no sirven de nada si no se ponen al servicio de los demás, solo esta condición da sentido pleno a la existencia humana y nos capacita para comprender la realidad única de la cual somos solo una pequeña parte. Tu has sido, tu eres y siempre serás, por lo tanto, no te aflijas por cosas pasajeras; aplica el discernimiento para detectar aquellas cosas que si son eternas, inmutables y valiosas y, sobre ellas, aplica todo tu esfuerzo, tus energías y tu pensamiento de tal manera que coadyuves con la economía del universo. El camino no es fácil, pero tiene la garantía de la verdadera y eterna felicidad.

sábado, 4 de agosto de 2012

SOBRE LA CONMISERACIÓN COMO ESENCIA DEL SER HUMANO

Nunca como ahora se hace tan necesario volver a los valores que sostienen una sociedad y la encaminan por la senda de progreso y evolución. Ahora, cuando el mundo entero se debate en cuestiones económicas y sus derivados como la falta de empleo digno, la co
rrupción administrativa y la perdida del valor de la vida, es cuando debemos hacer las preguntas correctas para hallar las “verdades” que subyacen en los momentos importantes que marcan tanto un comienzo como un final en nuestras vidas. En esta ocasión, deseo referirme a un solo concepto que por su capital importancia merece ser analizado en contexto desde los aportes que pueda hacer al desarrollo de una sociedad más justa, más equitativa y, por supuesto, dentro de los parámetros que el Gran Hacedor seguramente ha planteado para su Creación. Hago referencia tanto a la CONMISERACIÓN como a uno de sus componentes esenciales, la COMPASION. En todos los sistemas de intercambio de bienes y servicios conocidos hasta el momento (esto es: Esclavismo, Feudalismo, Socialismo y Capitalismo) ha surgido una desigualdad entre los seres humanos medida en la capacidad para hacerse con el control de los medios de producción del momento, llámese mano de obra, tierra o dinero, hecho que ha ido ampliando la brecha entre los grupos de individuos que conforman la sociedad y que ha generado no pocos conflictos a lo largo de la historia de la humanidad. Pero, ¿Cuál es la base de estos distanciamientos?, y aquí me permito recalcar el supuesto con el que iniciaba este escrito: la importancia de realizar la pregunta correcta, pues de ello dependerá que se obtengan las respuestas adecuadas. Es preciso iniciar con el planteamiento de algunos interrogantes que sirvan como base de análisis y poco a poco ir adentrándose en las posibles respuestas desde los alcances y las dimensiones propuestas en un escrito breve como el presente. • ¿Cuál es la base de los distanciamientos entre los grupos humanos que conforman una sociedad? • ¿Es posible la igualdad entre los individuos que conforman estos grupos? • ¿Es posible la igualdad entre los grupos que conforman esta sociedad? • ¿Qué entendemos por “Igualdad”? • ¿Igualdad es sinónimo de “Equidad”? Y, finalmente, una pregunta más: • ¿Es posible otro tipo de sociedad más equitativa, más justa y más proclive al progreso? “El problema de la igualdad, es que la queremos solo con los de arriba”, comentaba algún pensador hace algunos años, y quizás no le faltaba razón, pues la paridad no puede alcanzarse quitándole a unos para darle a otros, este mismo hecho lleva implícito un acto de desigualdad. El análisis no puede hacerse desde aquí. Entonces, ¿desde qué dimensión podemos iniciarlo? Vayamos un poco más atrás. Cada grupo social, así como cada ser humano posee unas características que lo hacen único e irrepetible dentro del conjunto de la sociedad (y esto es valido incluso sin aceptar las diferencias genotípicas ni los postulados religiosos), lo cual supone una posible igualdad por grupos o seres humanos, al menos en teoría. Viven, piensan y sienten de forma similar y tienen expectativas y sueños comunes, aun cuando aquellas y estos deriven exclusivamente de las imposiciones de otros grupos o individuos más poderosos (recuerde: tienen el control de los medios de producción, incluyendo ante todo el llamado “cuarto poder”). El problema de la diferenciación es que termina igualando a todos sus componentes. Es como cuando un individuo desea diferenciarse y diseña su propio calzado, al poco tiempo, su grupo etario termina imitándolo y la diferenciación es ahora igualitaria. Tampoco por esta vía existe resolución posible al tema de la igualdad entre individuos. Quizás podríamos preguntar: ¿Se logra la igualdad cuando cada individuo o grupo de individuos alcanza sus sueños y expectativas? Esta pregunta suena más convincente y fácil de responder, no obstante cae por su propio peso cuando establecemos que cada ser humano tiene unos sueños y expectativas matizadas por sus diferentes capacidades y, sobre todo, por sus particulares necesidades. Juan Gómez anhela comprar una casa pero Juan Pérez desea un apartamento. La coincidencia se encuentra en la palabra “Vivienda”. La realización de sus sueños y expectativas, entonces, se puede analizar y resolver desde los “Arquetipos”. Si nos paramos en ellos y desde allí analizamos el problema de la igualdad hallaremos un camino seguro que nos llevará a las conclusiones adecuadas. Y es así porque los “Arquetipos” no admiten discusión, por tanto, son igualmente validos para los individuos de un grupo social, como para los grupos y la sociedad en general. Una vez hallada esta conclusión que nos sirve de base para futuros análisis, pasemos a las preguntas inicialmente planteadas. El distanciamiento entre grupos sociales y entre los individuos de dichos grupos está mediado por el desconocimiento que se tiene de la existencia de estos “Arquetipos” como conceptos y componentes esenciales de toda sociedad progresista, así como al mal uso que de ellos se haga. Así las cosas, hemos confundido “caridad” con “compasión”, “amor” con “deseo”, “igualdad” con “equidad” y “pobreza” con “miseria”. Y lo hemos hecho casi sin culpa alguna. Podríamos achacarle la culpa al idioma que, cual ser vivo, está en continua evolución, pero el lenguaje es solo un componente en la comunicación del individuo y no podemos acusar de homicidio al “odio” que sentía el victimario. En un proceso legal y ante un jurado podría parecer lo mismo “No culpable” que “Inocente”. Las diferencias entre grupos sociales (así como entre los individuos) radica en la comprensión que tengan del hecho en cuestión, cualquiera que sea éste, ya se trate del aprovechamiento y uso de los medios de producción, de la intensidad y profundidad de sus sueños compartidos o de la capacidad para maximizar el valor del instante de vida. Es una cuestión de actitud frente a la vida y todo cuanto ella significa, y es claro que la actitud en todos los seres humanos no es la misma. Por lo tanto, la igualdad sencillamente no es posible en ninguna de las facetas de la existencia humana, al menos en el grado de desarrollo actual. Se hace necesario acudir a la equidad como salvaguarda de los procesos evolutivos, pues ésta permite comprender (mas allá de simplemente entender) la importancia del “merecimiento” como elemento constitutivo del ser. “Cuando estudio y me preparo, suelo tener buena suerte”, comentaba algún amigo. La suerte es cuestión de merecimiento y este hecho escapa a la comprensión que se tenga de él, es decir, no depende de que el individuo lo comprenda o no. Hay muchas cosas que se asemejan en esencia a esta situación. Por ejemplo, el hecho de desconocer la forma en como una comida ingresa al cuerpo y desde dentro lo alimenta, no es óbice para que dicho alimento ejerza su acción nutriente. Si continuas ingiriendo alimento sano, seguramente te haces merecedor de una excelente salud. ¡Es cuestión de suerte! Pero volvamos sobre el tema central. Al aceptar que la equidad es darle a cada quien lo que en rigor se merece (y esto es valido para todas las circunstancias de la existencia humana), tendremos que responder que en el actual estadio humano no es posible la igualdad pero si la equidad. Y continuando con el análisis propuesto hemos también de decir que el acceso, uso y disfrute de los medios de producción dentro del sistema de intercambio actual dista mucho de ser equitativo pues su base no es el merecimiento sino el uso y abuso del poder sustentado sobre la base de las interpretaciones que se hacen de las ideas y los conceptos que reinan en cada una de las instituciones socialmente aceptadas y dentro del conjunto de la sociedad. Una cosa es la “ley” y otra muy diferente la “interpretación” que se haga de la misma, sobre todo porque dichas interpretaciones pueden o no coincidir entre grupos e individuos. Como auxilio para la resolución de esta complejidad tenemos la justicia como elemento conciliador. Lo que es justo sigue siéndolo en cualquier época, lugar o situación, y es que “lo justo” es un concepto arquetípico que en esencia no admite interpretación. La equidad se logra a través de la justicia aplicada desde el merecimiento, por tanto requiere sabiduría. Esto podría parecer un tanto complicado de entender, pero dado que se trata de comprender, no de entender, la situación se aclara cuando se analiza desde las posibles dimensiones de aplicación que tenga el concepto. Equidad, justicia y sabiduría, tres conceptos que precisan ser estudiados desde sus posibles dimensiones humanas y que si se aplicaran de manera adecuada podrían acabar con la miseria, la pobreza y los conflictos fratricidas que asolan nuestra humanidad. Es en este contexto donde deseo colocar en juego la compasión y la conmiseración como herramientas de ayuda y de mejora personal y social. Sentir la miseria ajena, apropiarse de ella, hacerla suya en todo sentido y desde allí comenzar a ayudar a los demás, esa es la única posibilidad que existe de redención para un mundo que se ahoga en medio de las desigualdades sociales y ante la indiferencia de quienes ostentan el control sobre los medios de producción y únicamente lo utilizan para mantener el statu quo de explotación de las clases menos favorecidas. Existen muchas organizaciones y personas dedicadas a apoyar labores humanitarias en el mundo entero, pero no es suficiente, pues la desigualdad avanza mas rápido que la equidad y algunas trabas de orden político, cultural o demográfico siguen siendo infranqueables. Para citar solo un ejemplo de estas barreras tomemos el caso de algunas religiones que proclaman permanentemente la pobreza como condición sine qua non para alcanzar el paraíso. En este contexto, Dios alcanza la forma de un ser castigador y vengativo, cuando no un ente que se satisface al ver las penurias y trabajos que pasan sus hijos aquí en la tierra. Es necesario, es inminente que el ser humano además de entender, comprenda a Dios, lo vea como lo que en realidad es: un ser de luz, de amor y de justicia; principios estos que se hallan latentes en mayor o menor grado en todos y cada uno de los seres que ocupan este bello planeta. Así pues, la conmiseración nos permite sentir el dolor ajeno, percibir sus causas y sus posibles soluciones, tarea que hace de la vida una oportunidad inestimable de evolucionar mediante la prestación de la ayuda eficaz. Cada día tienes la ocasión de ayudar a algún ser que necesita, a veces, solamente ser escuchado. Deténgase un poco en el ajetreo cotidiano, mire a los ojos de su interlocutor, escúchelo con atención y con sinceridad, sin pretender ser nada mas que otro ser que busca su liberación, solo así es posible reducir la brecha entre los grupos sociales y sus individuos componentes; solo de esta manera se verifica la existencia de un ser en la tierra. Pero tenga en cuenta que cuanto mas practique estos principios, mas sensible y delicada se vuelve su percepción del mundo y de las cosas, por lo tanto, mas proclive se es a sentir conmiseración, pudiendo en algunos casos, somatizarse el dolor ajeno. No deje pasar un día más sin echarle una mano al planeta en su lento y penoso avance hacia el futuro. Un esfuerzo, por pequeño que sea, es una fuerza que empuja en la dirección correcta y coadyuva en la construcción de una sociedad más equitativa, más justa y más proclive al progreso. Por ultimo, permítame dejar una pregunta en el aire: Cual seria tu respuesta si después de morir, alguien te preguntara: ¿Qué pruebas tienes de que estabas vivo?

miércoles, 13 de junio de 2012

Por fin alcanzo el Alto de Lepoeder y empiezo a descender. El camino es resbaladizo, con mucha piedra suelta y otros tramos están llenos de hojas, es sobrecogedor. Ahora voy pensando en las canciones de G. Moustaqui (Ma Liberte). Me siento muy solo. He hallado una rama que me sirve de bastón para apoyarme en los descensos violentos que abundan aquí. Estoy pendiente de ver un desvío que me llevaría a Ibañeta antes de entrar en Roncesvalles, pero no lo noto, como tampoco me doy cuenta en qué momento me he herido el dedo pulgar izquierdo que ahora está sangrando. De repente, allí está la Colegiata de Roncesvalles, miro el reloj y son las cuatro de la tarde. Estoy agotado y deseando comer algo. Entro al albergue, me saludan en francés muy cálido y después de pagar 10 euros me dispongo a entrar en la cama. No más entrar en la habitación, me esperan las piernas prominentes de Irena, la holandesa que nació en Colombia pero que a muy temprana edad fue radicada en los Países Bajos, con lo cual no habla Español. Le pregunto si es Brasilera. Error. Esto nos hace amigos y seguirían otros encuentros que dejarían ver su debilidad en el camino: La saudade hacia sus hijos. El frio en Roncesvalles es profundo y cala los huesos. Salgo a buscar algo para cenar y me entero que la cena la sirven a las siete en el restaurante. Me apunto y mientras tanto intento escribir el primer informe de viaje para mis amigos, pero el internet es lento y solo hay un ordenador, con lo cual se dificulta la gestión. Durante la cena, Sussan (de Virginia) nos cuenta algo divertido que le sucedió descendiendo hacia Roncesvalles. Necesitaba orinar y dado que había mucho pantano, se dejó la mochila a la espalda. Se bajó los pantalones y cuando estaba en el acto, la mochila le hizo mucho peso y cayó hacia atrás sentada en la tierra. Mas que la historia, nos causó gran alegría la forma en cómo ella lo contaba, con una expresión de asombro y en forma muy divertida. Hemos compartido la mesa con Laura (de San Diego), tres personas Coreanas (entre ellas Yeung Eunhee) y Sussan. Al finalizar la cena, he asistido a la misa de peregrino, un acto emotivo y dirigido por dos sacerdotes ancianos que me han hecho pensar en el envejecimiento de la iglesia católica. La misa se celebra en castellano pero hay partes que se hacen en diferentes idiomas, tales como el euskera, el Italiano y en Ingles, pero la bendición del peregrino se realiza en Latín. Se nombran todas las nacionalidades de peregrinos allí presentes. El año pasado pasaron por Roncesvalles cerca de 600 mil peregrinos. Ahora me entero que Javier, el español que viajó conmigo en el taxi desde Pamplona, abandonó el camino no más llegar a Roncesvalles, pues ha dicho que no tenia saco de dormir, requisito indispensable para quedarse en este albergue. Pero pienso que más bien su corazón y su voluntad se vieron minadas por este primera etapa, vía Valcarlos. Javier llevaba consigo una farmacia entera con medicinas para hacer funcionar mejor su corazón. FIN DE LA PRIMERA ETAPA