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martes, 7 de diciembre de 2010

DE LA INTUICIÓN Y OTROS SENTIDOS


"El genio tiene que estar siempre en lucha entre las fuertes intuiciones que siente dentro como un volcán y la limitación de sus medios de expresión. Es una lucha interior. El resultado siempre es doloroso y por eso la música no puede ser nunca alegre"
Rudyard Kipling

El acceso a la realidad y la posibilidad de conocer y, por ende, de saber, está relacionada con el uso, desarrollo y optimización de las herramientas que tiene el Pensador a su disposición para que cumpla con la misión que ha venido a desarrollar. En tal sentido, se espera que el individuo utilice y maximice el uso los cinco sentidos de modo que beneficie al conjunto de la humanidad y de paso, mejore su propia condición individual, pero la posibilidad de ayudar a los demás está sujeta al mejoramiento interno que cada uno pueda hacer, es decir, los cambios tendientes a la evolución del ser dependen del avance de cada uno. Ahora mismo, la humanidad precisa hacer un alto en el camino que le permita comprender tanto el devenir como el porvenir, permitiéndole retomar la senda sobre la cual debe caminar en busca de la felicidad y, por ende, de la eternidad. Es imperativo redescubrir el objetivo de la existencia individual y colectiva y esa es la motivación de este post.
Los cinco sentidos actuales, esto es: Vista, Tacto, Oído, Gusto y Olfato no son mas que herramientas de trabajo que están a disposición de cada individuo para que se aproveche de su uso y continúe adelantado su campaña en su propio campo de batalla o Kurutshetra, tal como lo acordó con los Seres de Luz antes de renacer. Pero las personas, mayoritariamente no se dan cuenta de la existencia de estos sentidos y no conciben cual es la forma correcta de usarlos en beneficio común, pues no han sido instruidos en medio de una sociedad que pugna por su olvido en medio de la necesidad de mantener un statu                 quo que beneficia a la minoría que ostenta el poder.

Los sentidos se han desarrollado a través de miles de años de historia y cada uno fue apareciendo de acuerdo con el grado de evolución del ser, por tanto, ellos son producto de la evolución y no de casualidad, lo cual refiere la importancia de prestar mayor atención a su evolución. El  uso consciente de un sentido permite su optimización y es por ello que las personas más evolucionadas o que han aprovechado más a fondo las existencias para mejorar su condición de humanos, tienen gustos y tendencias más refinadas en casi todo, sea esto, comida, bebida, vestido, lenguaje, etc., en tanto que aquellos que apenas empiezan en este sendero se los suele ver atiborrándose de comida cada vez, vestidos sin mayor preocupación por la estética y la limpieza, abandonados a modales y vocabulario inadecuado o impropio de una ser que es Luz, que es Vida y que es Divino en todo sentido. Es un deber ineludible el de mantener la ecuanimidad, luchar por la equidad y conservarse en la senda de crecimiento personal y espiritual, pero este deber se encuentra opacado por el imperativo tecnológico o consumista que la sociedad del conocimiento nos ha aportado. Pareciera que levantarse, acudir al trabajo, comprar, ver la televisión y sufrir el futbol llena el contexto de la existencia humana, con lo cual se deja de lado todo lo verdaderamente importante que siempre estará más allá de los cinco sentidos actualmente desarrollados (incluso, aun NO completamente desarrollados en la mayoría de los seres humanos).

Pero una mañana, el Pensador se levanta de su silla de postración a que lo ha llevado su vida de limitaciones y aceptaciones impropias y que corresponde al  cuerpo físico, y decide gallardamente encarar toda su existencia en conjunto. Rompe las cadenas que lo atan a la montaña Kazbeck, se libera de las sobras de la Caverna y salta las murallas que le impedían ver todo el conjunto de la evolución y, airoso y deslumbrante, empieza a caminar por la senda correcta, con el sentido de dirección adecuado y el ritmo de marcha propio a su mismo desarrollo; en ese momento, la vida se torna clara, atractiva, resplandeciente y llena de oportunidades para servir al otro, a la vida misma y al Plan Divino, trazado hace milenios por los Señores de la Llama.  Una vez despierta la sed de evolución solamente puede ser calmada con la ingesta de la bebida Divina que alivia el alma inmortal; una vez hollada la senda con el primer paso, nada hay que pueda dar paz al recién llegado que no sea lo eterno y lo divino; la luz que se enciende con esta primera entrada  permanece viva hasta el fin de los tiempos cuando se culmine el Pralaya actual y el universo entre en el estado de reposo que da por culminada la Gran Obra del Manu.
Tan grande es la existencia y tan opulenta es la potencialidad del ser, que es absolutamente innecesario preocuparse por pequeñeces locales o familiares cuando el mundo exige del ser humano una preocupación real por el conjunto y no por sus partes. La dedicación extrema a una persona, a un ídolo, a una familia o a una nación, hace perder el conjunto en el cual se inscribe, por tanto, el Pensador debe tratar de hacer su trabajo de manera correcta y digna, promulgando las virtudes pero sin callar las verdades (F: Cabral), pero sin olvidar que su obra hace parte de una Obra Mayor a la cual está sirviendo.

Ahora el Pensador cuenta con sus cinco sentidos más o menos desarrollados, pero empieza a despertar la intuición como sexto sentido, la misma que en poco tiempo estará al servicio de todos los seres humanos. La Gran Obra está tan perfectamente concebida que nadie escapa a su influencia y ningún esfuerzo se pierde en la economía de la vida; asi las cosas, el desarrollo de las herramientas de evolución deben llegar a todos en el momento apropiado, teniendo en cuenta que nada es gratis en la existencia y que las buenas intenciones no le bastan al universo, es decir que no es suficiente con pensar y desear correctamente, hace falta un esfuerzo significativo en la acción que modifique sustancialmente el plano donde se actúa. Estando confinados al plano físico o denso y actuando en el cuerpo físico, es necesario realizar el trabajo físico pertinente de modo que la existencia de la persona esté en armonía con las necesidades del universo. Esto supone el auxilio de dos herramientas más, una de las cuales corresponde a la intuición como sentido y la otra al discernimiento como capacidad del individuo.

La intuición (actualmente más desarrollada por el género femenino) está relacionada con la actividad cerebral, particularmente en el hemisferio derecho, el mismo que es considerado como el receptor e identificador  de orientación espacial, responsable de la percepción  del mundo en términos de color, forma y lugar. Dado que el hemisferio derecho del cerebro es, además, quien nos permite situarnos y orientarnos, es decir, permite identificar en qué lugar nos encontramos con solo mirar los edificios adyacentes, así como  identificar  un rostro conocido (aunque la adjudicación del nombre a quien pertenece el rostro es tarea del hemisferio izquierdo), las funciones de la intuición están también relacionadas con dichas actividades. El hemisferio derecho no utiliza mecanismos convencionales, como el hemisferio izquierdo,  para el análisis de los pensamientos, pues es integrador y centro de facultades viso-espaciales no verbales, especializado en sensaciones, sentimientos y prosodia, pudiendo concebir las situaciones y las estrategias del pensamiento de una forma total que tiende a la integración de varios tipos de información, sea ésta visual, auditiva, olfativa o sensitiva, para transmitirlos como un todo coherente. Este contexto de las funciones del hemisferio cerebral derecho nos permite situar la importancia de la intuición dentro del proceso de conocimiento, desarrollo y evolución del ser, dado que ella se encuentra en estrecha relación con la obtención de información y conocimiento de ese todo que integra el hemisferio derecho, conocimiento al cual accesa prescindiendo del uso de la razón y de la fe. Cuando el Pensador ha desarrollado este sentido, se puede decir que accede al conocimiento real y efectivo mediante un canal directo y claro que casi  imposibilita el error; es capaz de  apreciar al todo en conjunto; analizar sus partes e integrar en contexto la información que recoge. Tal es el poder que otorga el total desarrollo de la intuición, situación de la cual estamos aún lejos pero que será una realidad en un futuro.

De manera simultánea, a veces previa, el Pensador debe trabajar arduamente en el desarrollo de una facultad igualmente importante para el uso correcto de este sentido, se trata del DISCERNIMIENTO. El conocimiento de las causas primarias que motivan un comportamiento humano, animal o vegetal permite discernir entre lo real y lo ilusorio; entre lo verdadero y lo falso; entre la causa y su consecuencia. Un antiguo axioma hermético  desde  hace tantos años aporta el gran secreto para “conocer” aquello que aún está fuera del limitado alcance de nuestros cinco sentidos: “Como es arriba, es abajo”, o dicho de otra manera, si quieres conocer a Dios, busca en el hombre; si deseas saber cómo es el cielo, analiza la tierra, porque cada proceso, cada elemento y cada ser tiene su contrapartida en algún lugar.

Para desarrollar el discernimiento deberás, entonces, hacer uso tus cinco sentidos para llegar a la verdad última en cada situación o problema, en cada momento difícil que estés viviendo o, simplemente, en la meditación diaria trata de hallar la suficiente paz interna que posibilite el surgimiento espontaneo de esta cualidad. En este proceso es muy acertado que trabajes con antelación el desapego a todo lo pasajero, lo mundano y lo sensorial; que le des a cada cosa y situación el valor real e intrínseco que posee, aun cuando el discernimiento es precisamente quien posibilita esta realidad. Ten presente que en todo asunto hay al menos tres puntos de vista: el  tuyo, el mío  y la verdad, será pues tu deber, luchar por encontrar esa verdad y desear, pensar y actuar en concordancia con ella. Hay mucho por trabajar y tanto por aprender, pero no te afanes, tienes a la eternidad por delante y el camino es más interesante que la llegada, si es que se puede llegar a algún lado.

Recuerda que la intuición opera desde el corazón y no desde la razón o la fe, por tanto, debes escuchar a tu corazón y, para escucharlo, deberás estar en paz contigo mismo y con los demás, deberás callar a tu mente que es como una liebre: saltando siempre de aquí para allá, trayendo pensamientos y recuerdos constantemente en un continuo devenir que no alcanza la realidad. La intuición solo se puede desarrollar a través del silencio de los otros cinco sentidos, mediante un deseo ferviente y genuino por obtenerla y con el fin último y elevado de ponerla al servicio de los demás y del Plan Divino, pues  no hay otra forma digna de vivir.

A título de colofón, se puede decir entonces, que los cinco sentidos aportan información relacionada con la realidad, pero no la realidad entera; cada uno desde su propia especificidad brinda al Pensador una parte de esa realidad que, en el fondo, es completamente mental y no física o sensible. La intuición llega como un complemento para que el Pensador conozca y se enriquezca con su uso cotidiano; para que la utilice como una herramienta que permite acceder a una parte de la realidad otrora desconocida y una vez tenga dominio de ella, deberá ponerla al servicio de toda la humanidad, aportando su grano de arena para que la misma salga del oscurantismo en que la ha sumido la ignorancia, el caudillismo, el miedo y la apatía. La intuición favorece la honradez, nutre la empatía y facilita el dominio personal; es proporcional a la motivación por saber, por descubrir y por resolver. Como aconsejaba algún pensador que ahora olvido: Distinga bien sus pensamientos de sus sentimientos e identifique claramente sus emociones; no renuncie a ellas pero reconózcalas, pues debes saber que a veces la intuición se expresa mediante emociones. Converse y haga preguntas precisas y claras a su intuición, ella está esperando que usted la llame y que le plantee inquietudes bien definidas; cuanto más la utilice, tanto mejor funcionará. Y no entre en conflictos innecesarios, la razón y la intuición no son opuestas, sino complementarias. Sopese con la balanza de la razón aquella información que la intuición le hace llegar, luego si llévela a la práctica. Y, finalmente, aconsejaba: “No nos olvidemos de la prudencia, la humildad y el aprendizaje continuo”. 

Dedicado a Diana Betancourth, quien una tarde de marzo se atrevió a decirme: "Se que estoy aquí en este planeta para algo grande, eso lo se"...y tenia razón. Un saludo, hermana buscadora de la verdad, la grandeza y la belleza. Desde siempre y para siempre contigo.