“Su misión, si decide aceptarla, será la de
capturar a todos tus enemigos, llevarlos ante la justicia y así, traer la paz a
tu estado”. Con esta supuesta “misión”
y parodiando la galardonada serie televisiva “Misión Imposible” se da entrada a este post relacionado con aquello
que el alma desea aprender en una encarnación y que luego, como conocimiento
sublime, deberá ser entregado al espíritu (Ego, en Teosofía) para ser luego
apropiado por la Mónada en un proceso
que estamos apenas comprendiendo.
v
¿Qué es aquello que el alma desea aprender?
v ¿Cómo y dónde podemos hallar ese “algo”?
v Una vez que lo hemos hallado, ¿cómo
podemos estar seguros que se trata de “lo
correcto”?
v
Una vez que comprendemos que se trata de lo correcto, ¿cómo lo
transmitimos?
Respecto
de la primera cuestión arriba planteada podemos decir que el único lugar donde
se puede encontrar ese “algo” es aquí
mismo, en esta tierra o “valle de
lágrimas”, como lo llamó escuetamente alguna religión. Todas las
experiencias tanto positivas como las consideradas negativas, hacen parte del pensum que el alma debe aprobar y para
eso está aquí. Algunas “asignaturas” ya han sido aprobadas (lo
que Astrología denomina comúnmente Nodo Sur) a satisfacción, y esto lo
podemos comprobar en el trato con amigos, en las emociones que nos son
placenteras, los pensamientos repetidos, los oficios que se nos facilitan, los
sabores y olores agradables, entre otros. Esa gran gama de cosas y sensaciones que
ya dominamos en algún grado dan fe de nuestro paso previo por esta tierra.
Por el
contrario, todo aquello que nos es desagradable, lejano, incomprensible, molesto,
desestabilizante (conocido en Astrología como Nodo Norte); las profesiones que se tornan dificultosas, las
relaciones complicadas, etc., nos puede conducir a aquellas asignaturas que
tenemos pendientes. Veamos un ejemplo:
Supongamos
el caso de alguien que le gustan mucho las manualidades, se divierte y se le da
muy bien tallar madera, pero en cambio suele fracasar en razonamiento
abstracto. En estas circunstancias se podría tratar de una persona cuyas
experiencias más recientes (vidas pasadas) giraron alrededor de los trabajos
físicos, aquellos que requerían esfuerzo material, pero que ahora su alma está
pidiendo trabajar y desarrollar habilidades más abstractas para poder realizar
la integración con el Ego o espíritu a la brevedad posible. Nuestras
asignaturas pendientes suelen estar en aquellos campos que encontramos más
dificultosos, más dispendiosos y que, por tanto, precisan el desarrollo de
nuevas habilidades.
Ahora
bien, esto no es determinante en ningún sentido, porque en algunos casos las
habilidades o dones que traemos a este nacimiento pudieran estar exigiendo una
expresión más libre, más altruista y por ende, más profunda y superior. Quizás se trate de poner nuestros dones al
servicio de la humanidad entera y ya no solo para nuestro propio bienestar.
Respecto
de la segunda pregunta acerca de la forma y el lugar donde podemos hallar ese “algo” que el alma está procurándose,
podemos decir que tanto el lugar de nacimiento como las circunstancias bajo las
cuales renacemos nos dan excelentes pistas al respecto. En algunos casos se
trata de hacer un esfuerzo suficientemente grande e importante como para salir
del medio y elevarse sobre las circunstancias que nos oprimen; en tanto que en
otros casos, puede relacionarse con la necesidad de aplicar todas nuestras
fuerzas, conocimientos y capacidades en mejorar el entorno en el cual nos movemos. ¿Permanecer o salir del medio?... La
respuesta nos la dictará nuestro corazón, si sabemos escucharlo. Pero en todo
caso, estemos atentos a las circunstancias, prestos a escuchar con atención y
observar detalladamente los acontecimientos que a diario se suceden a nuestro
alrededor. Las pistas y la ayuda siempre están ahí para quien sabe
encontrarlas.
La duda
es el óbice para el avance que encontramos en la tercera pregunta. La duda mata
la iniciativa y frena el avance del Pensador.
Matar la duda es una de las principales y esenciales condiciones que el alma
debe alcanzar, es por ende, una de las asignaturas que la mayor parte de la
humanidad tenemos pendiente. Dudamos por carencia de información pero también
por exceso; dudamos por ignorancia y por falta de fe, pero no esa fe ciega e
intimidadora que algunas religiones pretendieron inculcar, sino aquella basada
en la certeza de la existencia de la verdad en el objeto razón de nuestra
fe. ¿Cómo se mata la duda? Con una
certeza inamovible. Nuevamente debemos apelar a nuestros sentidos y
especialmente a nuestro corazón (mientras desarrollamos la intuición) para que
nos eche una mano y nos permita el
discernimiento suficiente para “separar
la paja del grano”. Esto no es fácil en las actuales circunstancias; un
mundo que hemos poblado de mentiras, engaños, quejas, llanto, tristezas,
apariencias y candilejas que impelen al alma ha ciclar en un bucle siempre en
fina decadencia. Precisamos, entonces, de valor, coraje y decisión para vencer
la duda y el miedo.
Finalmente,
al comprobar que lo que hemos hallado era lo que el alma precisaba en esta
existencia debemos avanzar un paso más: comunicarlo al Ego (espíritu) para que
sea apropiado y alcance, en su momento,
la Monada. Cuando hemos
trabajado tan duro en los niveles inferiores de la evolución, estos pasos
finales se nos presentan un tanto más fáciles o al menos, más seguros. El
retroceso es casi imposible, porque la fuerza sigue el rumbo y la dirección de
la evolución, siempre en una espiral de desarrollo y crecimiento espiritual. La
materia física impele al espíritu siempre hacia abajo, pero la evolución lo
hace en sentido contrario. Y es que la
personalidad realmente no precisa hacer gran cosa para comunicar estos
hallazgos de verdad y de eternidad al Ego, pues éste siente automáticamente la
presencia de ese “algo” y se lanza a
por él. Es por esto que los Grandes
Maestros nos invitan a “Ir hacia Su mundo”,
porque el esfuerzo primario de mejoramiento y evolución tiene que venir de
parte de la personalidad para que el Ego, que yace en su mundo, sea atraído y
se decida a dar el segundo paso. ¿Merecimiento?... Sin duda alguna. Nadie
obtiene nada que no haya merecido.
Así es
pues que, capturar a sus enemigos (celos, rencor, odio, avaricia, miedo, tristeza,
apatía, etc.), llevarlos a juicio (aceptar que se poseen pero que se han
capturado y están a disposición de la justicia) y alcanzar la paz para su
estado (estar libre de las ataduras de la personalidad), es sin duda una loable
misión.
Hasta
aquí este breve esbozo de un tema tan profundo como complejo de compartir.
Nadie puede decirnos cuál es nuestra misión, y no por que no se sepa, o porque
esté prohibido, sino porque, precisamente en la mayoría de los casos,
preguntarnos por ella es nuestra misión. Encontrar no es consecuencia lógica de
buscar, pero sin duda “quien busca
sabiamente, encuentra verdad”. Y en ese camino de búsqueda con sabiduría (o
de sabiduría), contamos con herramientas que nos ayudan a hallar la verdad. La
pregunta constante y correcta, es una de ellas; lo son también la intuición, el
pensamiento, las emociones, los deseos, y los cinco sentidos utilizados de
manera correcta.
Para
finalizar esta pincelada se podrían citar algunas premisas y dar unas pistas a
modo de guía para quienes con decisión, con valor, con justicia y amor, están
buscando su propia misión. A saber:
PREMISAS:
1.
No estamos solos en
esto. Hay toda una cohorte de ángeles, arcángeles, guías y Maestros que velan
por el candidato y le ayudan a realizar su obra.
2.
Poseemos herramientas
tanto materiales como sutiles que debemos aprender a utilizar correctamente.
3.
Los sentidos (cinco o
seis) son las vías o caminos que nos conducen al sendero donde se halla nuestra
misión personal.
PISTAS (Para lo que debemos hacer):
1.
Ello (La misión
personal) debe servir para el mejoramiento, avance o desarrollo de la humanidad
en conjunto, no solo a uno mismo, a un grupo de personas, a una ciudad o país. Si
bien la Iluminación, (liberación, salvación o como se la quiera llamar) es un proceso
que inicia con el mejoramiento y el trabajo a nivel personal (interno y
externo), es también cierto que el objetivo de la liberación es ayudar a los
demás a alcanzarla. Es por eso que se ha dicho que solamente a través del
servicio a los demás se logra tan alto nivel. Cada paso, movimiento, elevación
o logro debe servir de ejemplo a los demás y debe ser colocado al servicio del
otro.
2.
Ello debe ser
altamente llamativo para uno mismo. La identificación entre ese “ello” y “uno mismo” debe ser profunda y en ambas direcciones de tal manera
que se pueda “dar la vida” por “ello”.
3.
Ello tiene que estar
a nuestro alcance, debe ser realizable sea en esta o en otra vida. El esfuerzo
debe estar ampliamente justificado, pues un ideal menor no justifica la
cantidad de recursos empleados en la consecución.
4.
Ello debe estar
relacionado con los planos superiores de existencia humana y divina, no
únicamente con el plano físico. La misión de vida debe trascender este plano físico,
por eso es fundamental que tenga incluido al menos el trabajo de crecimiento y
desarrollo en algún nivel superior (vital, emocional, mental, búdico o átmico).
5.
Ello solo puede ser
descubierto por uno mismo. Nadie, ni siquiera un Maestro nos lo va a decir.
Precisamente, el primero y más importante paso en la búsqueda es preguntarse
por “eso”. Posteriormente, tanto el
hallazgo como su realización serán consecuencia lógica y exclusiva del
candidato.
6.
Ello está relacionado
con nuestra propia esencia, es decir, con la Luz, la consciencia universal, la belleza, lo eterno. Como seres de
Luz, conscientes y potencialmente perfectos y divinos, nos compete incluir en
nuestra misión esa misma esencia. Debemos trabajar con esa hacha de doble filo
para mejorar interna y externamente de manera simultánea.
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