Una hoja, una rama con varias hojas, un árbol pleno de ramas con hojas y un bosque…¿Dónde deseas enfocar tu mirada?
Enfocar nuestra atención en alguno de las anteriores opciones depende de nosotros, de nuestra capacidad para observar en contexto. Tanto más amplia sea nuestra visión de la realidad, mayor será nuestra capacidad para hallar soluciones a problemas cotidianos, y en esa inclusión de información, de experiencias, de dimensiones, de culturas, etc., es donde nos aproximamos al Ser Universal.
El Ser Universal
Una de las características que identifica a un Ser Universal –aunque en realidad, todos lo somos– es que se siente parte activa del universo donde tiene su ser. Su casa y sus preocupaciones, así como sus pensamientos y actuaciones superan los ámbitos personal, familiar; citadino, campesino, de género; laboral, académico; regional, nacional o internacional. Y no es que se vuelva apático y desinteresado en su familia y entorno personal, más bien es que tiene la capacidad de ver a su familia como parte importante de algo más grande, importante y real. Se trata de una ampliación del campo de acción de su consciencia.
Como si de una norma ineludible se tratara, el ser humano amplía ese radio de acción de la consciencia en la medida en que se acerca o entra en una senda de desarrollo espiritual (no se trata de religión o de iglesia). Por ejemplo, alguien que desarrolla un poco de compasión, automáticamente se vuelve ecologista y humanista, pues comprende que su bienestar personal depende del bienestar de los demás seres. En esa misma línea, un Ser Universal siente la necesidad de velar por el bienestar de todo el universo.
En el camino hacia esa amplitud conscientemente sensitiva (correlativa con la compasión y la mente altruista o bodhichita del budismo, y la caridad del cristiano), el estómago deja de ser el centro de atención. ¿Has notado que, con algunas variaciones, dos órganos llenan casi toda nuestra atención? El cuerpo humano tiene –en términos de la biología y la anatomía– 21 órganos en total, sin embargo, la lucha por ganarnos la comida y el disfrute al sentarnos a la mesa, así como la incesante búsqueda de la pareja ideal que nos haga felices, ocupan casi toda nuestra existencia.[1] Estómago y corazón parecieran ser determinantes al momento de establecer prioridades. A ellos les sigue el cerebro (punto focal de la ciencia y la meditación), en tanto que a los demás les prestamos atención específicamente cuando el médico lo ha dictaminado así. Realmente, no es muy frecuente escuchar que nos pregunten ¿Cómo amaneció tu páncreas hoy?, excepto si hemos sido diagnosticados con cáncer pancreático.
Y si esta extrema focalización sucede con nuestro propio cuerpo físico, ¿Qué pasa con nuestro entorno? Nuestro entorno, entendido como un espejo, como ese lugar que refleja exactamente lo que somos, lo que tenemos, lo que tememos, aquello que anhelamos, deploramos o creemos, es el único espacio que tenemos para actuar. Por lo tanto, y dado que lo percibimos a través de nuestros cinco sentidos, empecemos por mejorar y purificar las percepciones que recibimos a través de ellos. Observar detalladamente a nuestro alrededor, redescubrir la oficina donde trabajamos hace varios años, dejarse sorprender por ese lugar al que nos tocó ir de paseo, entre otras muchas formas, es una manera comenzar a ampliar nuestra percepción. Esto es aplicable a todos nuestros sentidos, solo requerimos un poco de disposición al cambio.
Entonces… Atrévete a descubrir que todo cuanto piensas, crees, dices y haces ahora mismo, no es más que una pequeña porción de una realidad más grande. Esto también se puede designar como interdependencia e interconectividad. Nada ni nadie opera de forma aislada o sin crear causas y asumir consecuencias en este universo. ¿Deseas llamarlo karma?… el nombre no es importante, pero si es determinante el comprenderlo a cabalidad.
En este proceso de re-descubrimiento es donde notarás que los problemas presentes en tu relación de pareja no son tan grandes y reales como tú te empecinas en verlos. ¿Por qué discutir acaloradamente con tu pareja por que olvidó asear la casa, cuando eres consciente de un problema mayor relacionado con los vertederos de basura municipales? ¿Por qué sancionar gravemente a tu hijo porque suspendió dos asignaturas, cuando eres consciente de la obsolescencia y decadencia del sistema educativo nacional?
Y no nos confundamos, reconocer en contexto o ver el big picture no significa “tirar la toalla” y esperar que otros actúen en procura de soluciones. Todo lo contrario. Se trata de ubicarnos en una posición más elevada, como cuando escalamos la montaña para tener una vista completa del valle. Un Ser Universal, en consecuencia, es aquel que se ha ubicado en esa cima y desde allí enfoca sus esfuerzos en la dirección y sentido correctos. Ya no pierde el tiempo con pequeñeces o nimiedades cuyas discusiones no son esenciales ni aportan conocimiento o solución al problema. ¿Quién fue el mejor jugador de futbol de la temporada? Tener la razón en esta cuestión, ¿mejora la vida de alguien? ¿Le ayuda a ser un mejor ser humano? No perdamos de vista aquello que es realmente importante.
¿Cuál es la importancia de enfocar el big picture? (Razones)
¡Ganar en comprensión! Ampliar el radio de acción de la consciencia lo que permite es develar las causas subyacentes en los hechos y los fenómenos, pero a un nivel superior. Es un primer paso para trascender los manuales de convivencia (letra muerta en el papel) y comenzar a notar el efecto de la aplicación correcta en nuestras vidas. Considerar en conjunto (comprender) es ver las dimensiones donde se ancla un concepto, cualquiera que este sea, por ejemplo: el origen del universo, la misión de vida, la importancia de la familia, la búsqueda de felicidad y de placer, la armonía espiritual, etc. En una explicación superflua y con un ejemplo pueril pero claro, diríamos que enfocar la consciencia en las consecuencias de un diagnóstico de cáncer de pulmón, hace que esa pequeña herida que sangra en nuestro dedo índice derecho, pierda importancia y se vuelva irrelevante. ¿No es así?
Esto mismo se puede llevar a otras circunstancias de nuestra vida, y no solo en relación con los problemas o situaciones negativas, sino también en todo aquello que consideramos bueno o bondadoso. La impermanencia de los fenómenos y las cosas es un hecho; todo aquello que se junta, finalmente se separará (Budismo), por lo tanto, todo es susceptible de la condición de transcendencia.
Entonces, trascender los pequeños problemas cotidianos como discusiones con nuestra pareja, con los hijos; contradicciones con los jefes y colegas; apegos malsanos a cosas materiales y a circunstancias que vemos como favorables; dependencias afectivas de los hijos y parientes; inestabilidad emocional y depresiones constantes, etc., es una tarea relacionada con el enfoque del big picture. A modo de ejemplo se puede citar que, posiblemente, ese jefe malhumorado, tosco y algunas veces grosero que nos asedia en nuestro trabajo, no sea más que el resultado de una relación compleja y desquiciante que dicho jefe sostiene con su pareja, y ello trae como consecuencia su enfado constante en la empresa. Del mismo modo, las situaciones problémicas que vivimos a diario, tienen una explicación a la luz del entendimiento ampliado e incluyente, es decir, de la comprensión en contexto. El bajo rendimiento académico de nuestro hijo quizás se deba a la discordancia entre lo que él considera que se debe enseñar y lo que la escuela decide transmitir y la forma en cómo lo hace. Es un deber nuestro hallar las causas subyacentes mediante la amplitud de la consciencia si es que queremos resolver efectivamente los problemas y tener una existencia más plena y satisfactoria. ¿Y cómo se puede ampliar la visión de la existencia?
¿Cómo se puede desarrollar una visión más amplia de la realidad? (Herramientas)
Ya habíamos anticipado algunas herramientas como la observación cuidadosa y detallada de todo cuanto hacemos en nuestro día a día, o la presencialidad constante en todas nuestras obras (estar presente con cuerpo, alma y atención en la tarea que desarrollemos). La presencialidad como herramienta precisa un esfuerzo sostenido, una actitud decidida y una auto-observación del proceso mismo. Siguiendo esta línea de acción, uno se transforma en un observador de todo cuanto uno mismo hace. A este tipo de disociación se refiere el budismo como un “hacer sin hacedor”, porque en este proceso lo conocido y el conocedor, lo hecho y el hacedor, la iluminación y quien se ilumina, se diferencian momentáneamente. Digamos que el Yo superior se separa del yo inferior para verse en acción (Psicología y Teosofía). Esta separación es temporal y puede ser muy productiva cuando es el Yo superior quien toma la decisión (Consciencia).
Otra buena manera de empezar es prestar atención positiva, sanadora e iluminativa a cada uno de los 21 órganos que en términos anatómicos, nos componen físicamente. Esto se puede hacer mediante una meditación corta –pero focalizada– cada noche antes de entrar en la cama. Visualizando un punto de luz blanca, azul o violeta que crece en tamaño y se desplaza conscientemente hacia el órgano que requiere atención (por enfermedad o por necesidad de expansión de la consciencia). Esta concientización creciente hace que poco a poco nuestra atención también derive hacia la situación que viven los demás, sus problemas y necesidades, pero también sus alegrías y bondades.
Esto es así por muchas razones, especialmente porque cuando se expande el radio de acción de nuestra consciencia aplicándose a nosotros mismos, esa condición de inclusividad hace que los demás seres entren en nuestro campo de acción. Allí es cuando decimos que la persona comienza a notar la importancia de trabajar en beneficio de su comunidad, su ciudad, su país y su raza.
Los sueños como herramienta de consciencia
Por su parte y dado que pasamos media vida durmiendo, los sueños se transforman en una herramienta poderosa de cambio y evolución durante las primeras etapas del desarrollo. Prestando especial atención a los sueños mediante la anotación periódica de sus detalles, hace que poco a poco la memoria consciente recupere cada vez más información hasta lograrse un dominio total, tanto que permite pre-diseñar los sueños minutos antes de entrar en la cama. Esta técnica es seguida por muchas personas que ante la efectividad de los resultados y en medio de una sociedad profundamente materialista, prefieren callar.
Cuando se ha alcanzado un nivel razonable de dominio y control onírico, se puede conjugar la llamada realidad material con la denominada realidad astral o emocional. Nuestras emociones son el producto del contacto que los sentidos hacen con las formas materiales. Uno se siente feliz, infeliz, asustado, emocionado o conmovido por que alguno de los sentidos percibió un fenómeno y el juicio lo valoró. Pues bien, la atención concentrada en lo que sucede durante el sueño hace que la persona pueda allegar más información que le permite ganar en comprensión de los fenómenos. En algún momento y durante la experiencia onírica será consciente y dirá: “Esto es un sueño” y de ahí en más, solo es cuestión de profundizar en el conocimiento y aplicar correctamente la experiencia. De este modo, termina ampliando el radio de acción de la consciencia o apreciando el big picture. Pero… ¿hasta dónde se puede ampliar dicho radio de acción?
Los límites de actuación de un ser humano en cualquiera de sus dimensiones (laboral, familiar, espiritual, emocional, mental) están fijados, entre otras cosas, por la poca o mucha comprensión que haya logrado de su objetivo o misión de vida. Esto es como cuando encendemos un cerillo en medio de la oscuridad de la noche. Esta acción nos permite reconocer los objetos que están próximos a nosotros, pero si en lugar del cerillo encendemos una lámpara de baterías, podremos distinguir un poco más allá. Al final, la salida del sol nos aporta toda la información disponible del entorno (si es que no estamos ciegos). De la misma manera, el ser humano percibe solo aquella porción de la realidad que está capacitado para realizar o concebir. Imaginación, discriminación, sentido común, apertura de la mente a nuevas concepciones, disposición de aprendizaje continuo, renuncia consciente a los apegos materiales, compasión por todos los seres sentientes, ecuanimidad y amor bondadoso, son solo algunas de las herramientas con las que contamos en nuestro proceso de despertar de la consciencia hacia el Ser Universal.
¿Se logra la felicidad al alcanzar la realidad? (Problemas y resultados)
El llegar a comprender nuestra universalidad y asumirla como parte de nuestra vida en el paso por este planeta, nos ayuda a reconocer la realidad única que subyace en el simple hecho de estar aquí y ahora. Es como cuando compras un pan en la panadería: muchos sucesos tuvieron lugar para que ese pan llegara a tus manos. Muchas cosas tuvieron que pasar para que fuésemos ese ser que ahora somos, por lo tanto somos el resultado de causas y condiciones anteriores, tal como ahora estamos generando con nuestros actos, las causas y condiciones que aflorarán en nuestro ser futuro. Y, ¿Cuál es el resultado de todo este proceso?
Felicidad y Alegría
Erróneamente el ser humano se empecina en buscar la felicidad y para ello invierte sus recursos en convencerse que solamente poseyendo tal o cual elemento o relación, será feliz. Siente que con cada pasión sentida, cada deseo satisfecho y cada emoción experimentada, su felicidad se hace presente. Así es como llega a una conclusión: está aquí y ahora para ser feliz. Pero… ¿realmente es así?
La ampliación del radio de acción de la consciencia nos sitúa más cercanos a la realidad última de los fenómenos. En virtud de esta verdad, el budismo aclara que el sufrimiento (dukka, insatisfacción) esa una realidad y que todo cuanto experimentamos, está teñido –en mayor o menor grado– por esta condición. En cualquier caso, situándonos un paso al costado de cualquier concepción espiritual, religiosa o filosófica, lo que podemos confirmar es que el desarrollo de la consciencia permite comprender en contexto y que esa comprensión escapa a los calificativos humanos de bueno o malo, agradable o desagradable, felicidad o infelicidad.
Así las cosas, al alcanzar la realidad no se logra la felicidad pues, entre otras razones, el ser humano no ha venido a este planeta a experimentar la felicidad, no es esta la meta de la experimentación de la vida. Sin embargo y como paliativo para quienes siguen buscando ser felices, se puede establecer que la alegría y no la felicidad, es una condición más cercana a la realidad. La felicidad la experimenta la personalidad, en tanto que la alegría o dicha gozosa es potestad del alma que se regocija en el cumplimiento de su deber. No obstante, con toda la importancia que este fenómeno pueda tener, se trata de otro estado pasajero que eventualmente deberá ser trascendido. Aquí radica la clave de la evolución y el aprendizaje al que estamos sometidos.
Escalones evolutivos
Una de las condiciones más importantes que experimenta quien amplía el radio de acción de la consciencia es que se hace consciente de un proceso que parece no tener fin. Con cada nuevo escalón que alcanza en su proceso evolutivo y de comprensión, nota que dos nuevos escalones de ponen a su alcance. En actitud de conquista y de entrega, se pone en la tarea de alcanzar los méritos necesarios para escalar, y nuevamente nota que la escalera sigue ascendiendo. Gracias a su aparente infinitud, ¿pierde atractivo el despertar de la consciencia?
Bueno, para responder a esta pregunta podríamos contra-preguntar: ¿Deja de ser interesante el universo gracias a su aparente vastedad? Una mente pequeña (en términos de desarrollo) que solo concibe su propio bienestar y que solo sufre su íntimo sufrimiento, podría responder que esta condición tan amplia carece de importancia. ¿Por qué preocuparme por los problemas del planeta, cuando tengo en mi casa mis propios problemas? Precisamente el empezar a preocuparse por cuestiones planetarias y universales es un indicio real de expansión del radio de acción de la consciencia humana. Claro que en favor de lo cotidiano y simple, uno puede argumentar que el “cerebrito” (aquel estudiante brillante apasionado por una idea científica, cultural o similar) tampoco es consciente de todo cuanto ocurre en la cotidianidad de la existencia (lavar la ropa, asear el dormitorio, etc.). Y la respuesta es sencilla: en este segundo caso no se trata necesariamente de expansión del radio de acción de la consciencia, sino de focalización en un concepto o idea, generalmente abstracta, que hace que todo lo demás pierda interés.
¿Dónde me encuentro ahora mismo? (Ejemplos prácticos)
Si pudiéramos responder consciente y verdaderamente a este pregunta, habríamos hallado nuestra propia naturaleza y comprendido el propósito de nuestra existencia. El preguntarnos por nuestro estado evolutivo en términos espirituales, filosóficos o existenciales, supone aceptar un continuum evolutivo que nos sujeta y nos impele a actuar en alguna dirección.
Para empezar a responder esta cuestión podemos preguntarnos: ¿cuánto de realidad hay en nuestras vidas?, ¿cuántas certezas de vida hemos encontrado en nuestro paso por la tierra? y, recogiendo un poco lo dicho, observemos cuánto de inclusividad hay en nuestro pensamiento, nuestra palabra y nuestro actuar. Si aún sigo adherido fuertemente a unos lazos familiares que impiden que en mi sistema de creencias ingresen nuevos conceptos e ideas provenientes de otras familias, culturas, ideologías, costumbres o realidades, entonces mi apertura de consciencia es aún muy pequeña. Si mis problemas personales son tan grandes e importantes que me mantienen ciego ante las necesidades y reclamos de los demás, entonces el radio de acción de mi consciencia es aun estrecho e insuficiente.
Y en este panorama no se trata de dejar entrar todo cuanto ante nuestros ojos se presenta. Una posición ecléctica e incluyente no puede dejar de lado un cierto grado de discernimiento y ecuanimidad, como herramientas fundamentales de toma de consciencia. Así, poco a poco y con la experiencia aplicada, notaremos que es posible considerar un campo de vista más amplio cada día, y en esta condición, observaremos que nuestros propios problemas pierden la enorme importancia y trascendencia que les habíamos atribuido. Ellos no son más que llamados de atención que la existencia pone en nuestro camino para recordarnos que existen deberes para con nosotros mismos, con los demás y con el universo. Es así de simple y a la vez, de complejo. Es una tarea que solo puede ser realizada por cada ser, de manera individual al comienzo, y luego en forma individual y colectiva, pues la existencia en esencia, es la misma para cada ser que puebla este planeta. Todos tenemos una misión relacionada con la elevación de la vibración del universo, o lo que es lo mismo, ayudarlo a alcanzar su perfección mediante la continua expansión, razón por la cual ha venido a la existencia. Solamente cumpliendo nuestras misiones personales, el universo cumple la suya. ¡Sigamos caminando!
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[1] Cerebro, lengua, oídos, ojos, pulmones, corazón, timo, bazo, pene, clítoris, útero, riñones, páncreas, estomago, hígado, testículos, vejiga, huesos, músculos, piel y próstata. Los órganos se concentran en 5 áreas del cuerpo: cabeza, tórax, abdomen, pelvis y ubicuos.
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*Publicado originalmente en: www.granhermandadblanca.org
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