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viernes, 12 de noviembre de 2010

DE LAS CAUSAS Y LAS CONSECUENCIAS


“Las leyes físicas son las muelas de las que tú serás el grano, si no sabes ser el molinero”
Eliphas Levi
En relación con la necesidad de salir a la calle a buscar el Santo Grial y, en general, frente a la convicción de un devenir y un porvenir, el Pensador debe tomar  pronto la decisión de enfrentarse a su destino con gallardía y sinceridad. Nunca es tarde para empezar, porque ningún esfuerzo se pierde en la economía del universo y comenzar es el principio de llegar, esto si es que se puede llegar a algún lado en el proceso de evolución humana. Toda causa genera una consecuencia y un movimiento en el plano físico tiene consecuencias incluso en los planos internos, situación que ha sido contemplada desde los escritos profundos del Tres Veces Nacido, Hermes Trimegistos. Un pensamiento genera impacto sobre la mente de su creador y de quienes vibran en consonancia con el mismo, esto pone de manifiesto la imperiosa necesidad de mantenerse cerca de quienes están generando grandes y profundos pensamientos de bienestar hacia el conjunto de la humanidad, pero también advierte de la complejidad de permanecer cerca de aquellos que albergan constantemente  en su mente formas impuras, lesivas y atrasadas que impiden al avance del ser humano.
Constantemente vemos que las personas de mediano avance viven solucionando las consecuencias que sus pensamiento y actuaciones generan en lo cotidiano, olvidándose o no enterándose, que la eliminación de conductas no deseadas, la corrección de problemas personales de toda índole y el control adecuado del pensamiento, están relacionados con la necesidad de actuar directamente sobre las causas y no, meramente, sobre las consecuencias. En muchos sentidos, el éxito y el fracaso personal están relacionados con esta situación, pues las soluciones parciales curan parcialmente las enfermedades, las mismas que reaparecen cuando la ocasión es propicia para  recordarnos  que tenemos tareas pendientes.
A modo de ejemplo, cito una anécdota que leí hace muchos años en alguna parte: En un pueblo cualquiera hubo un momento en que el agua de consumo humano que se tomaba de un rio cercano empezó a llegar contaminada con petróleo, generando grandes molestias a los pobladores quienes se vieron avocados a tomar medidas correctivas para poder continuar consumiéndola. Entre las medidas adoptadas por la gente se encontraban aquellas como hervir el agua hasta que el combustible se evaporaba, filtrar el líquido mediante el uso de arena y tierra o dejarla al aire libre para que los rayos del sol y el viento hicieran lo propio con el contaminante. Así vivieron largos días de apuros pero con soluciones que les permitían continuar con sus vidas. Cierto día un habitante que recién había llegado al pueblo, al conocer el problema, decidió caminar rio arriba buscando la causa de la contaminación, hasta encontrar un barril que goteaba y depositaba su contenido en el caudal del rio. Lo retiró y el problema del agua contaminado desapareció por siempre de las vidas de los pobladores.
La anterior anécdota ejemplifica de forma directa y clara el objetivo de este capítulo: constantemente las personas  atacan y resuelven las consecuencias visibles de sus problemas; piensan y actúan desde las consecuencias, es decir, son reactivas ante la vida, pero no se acercan al problema de forma valiente y decididas a resolverlo de una vez por todas. Esta actitud requiere de  gallardía y, ante todo, de valentía alimentada por una fuerza de voluntad inquebrantable para que soporte al Pensador en el momento crucial y alumbre su camino en el minuto más oscuro que siempre está al comenzar la luz del día. En ocasiones es necesario que el Pensador se sustraiga del medio o del entorno en el cual vive, porque de lo contrario y, en tanto se encuentre dentro del medio, no podrá ver la solución y menos logrará  aplicarla en la  resolución del problema. He aquí una primera condición para empezar a actuar sobre las causas y no sobre las consecuencias: sustraerse del problema a resolver, es decir, alejar del problema en cuestión los componentes emotivos y personales que tenga allí comprometidos, seguramente esta situación justifica la aparición y sostenibilidad de la profesión de Psicología aplicada en la ayuda a las personas.
Un segundo paso en este proceso está relacionado con vencer el miedo, en los términos que este se presente. El miedo tiene origen en la ignorancia y la ignorancia lo tiene en el desconocimiento de las causas que motivan los comportamientos y actuaciones del mundo en general, por tanto, el siguiente paso consiste en aprender o, mejor aún, comprender la forma en cómo opera el Universo mediante la comprensión de las leyes que lo rigen y la actuación acorde con las mismas. El estudio concienzudo y serio acerca de las causas de todo  es decisivo al momento de querer corregir problemas de cualquier índole. Comprenda el problema en toda su magnitud si desea resolverlo, pues esta comprensión elimina la ignorancia y, por ende, el miedo. Es así de sencillo como suena. Tenga presente que la ignorancia es una forma inconsciente y pasiva del mal, tal como lo canta  F. Cabral; nadie tiene derecho a la ignorancia, por eso lo pagará caro; la ignorancia  es una forma de suicidio y afecta la evolución de toda la humanidad, por tanto, es su deber estudiar, analizar y comprender el universo en toda su magnitud. Cuando se enciende una luz en medio  de la oscuridad, ésta retrocede de manera inmediata, dando paso a la claridad y el entendimiento; no tema prender esa luz e iluminar el camino suyo y de los demás que no existe otra manera de vivir en armonía con el Plan Divino trazado para el conjunto de la humanidad. Una sola luz que se encienda ilumina el camino de muchos seres que a tientas buscan la salida a sus problemas y tratan de encontrar el camino hacia la perfección.
El mundo está poblado de información, tenemos mucho, quizás demasiado, conocimiento girando alrededor nuestro y eso nos impide ver con claridad el camino que debemos tomar. Hace mil años la persona disponía de menor cantidad de información y, por ende, sus decisiones estaban menos condicionadas y sujetas a contingencias, sin embargo en la actualidad tenemos una caterva de casi inconmensurable de saberes que merodean nuestras cabezas y mentes en lo cotidiano; fácilmente pasamos de un problema de matemática a pensar en el alimento que debemos tomar en el transcurso del día; la vida se llena de decisiones cotidianas que envuelven la mente del Pensador tratando de ser tenidos en cuenta a cada instante, por tanto, es tarea del ser trabajar el discernimiento como condición sine que non para alcanzar la inmortalidad. El discernimiento nos permite vislumbrar entre tantos, el camino correcto y tomar las decisiones acertadas en medio de las absurdas y profusas posibilidades, con lo cual determinamos los futuribles y acogemos el correcto.
Es necesario, pues, enfrentar y vencer la ignorancia en todas y cada una de sus manifestaciones y, para ello, contamos con los sentidos ya desarrollados y los que apenas empiezan a aflorar. Tarea noble es procurar el descernimiento mediante el uso correcto de cada sentido, procurando con ello la ayuda al otro. No existe otra posibilidad de avance en este camino que, dicho sea de paso, compartimos con el conjunto de la humanidad. Pero en este proceso de discernimiento aplique ante todo su sexto sentido: La intuición, la misma que pugna por salir radiante de su escondite donde ha estado durmiendo los últimos 18 millones de años. Úsela y trate de optimizar su sentido hasta el punto de no cometer errores de apreciación y no se preocupe, que tiene la eternidad para crecer en calidad y cantidad.
Me permito a continuación citar otra anécdota para ejemplificar el tema que da fin a este apartado. Se cuenta que cierto día en una época lejana,  dos personas descendían de un carruaje y al pisar el suelo escarpado, uno de ellos comento: “Deberíamos matar  las vacas  para con su piel alfombrar el piso”. A lo cual, su compañero respondió: “Estas loco, ni con todas las vacas del mundo alcanzaría para cubrir todo el suelo ¿Porque mejor no matamos solo una vaca  y hacemos unos zapatos?”. Muchas veces proponemos y tomamos decisiones equivocas en relación con algún asunto; respondemos desde la consecuencia y no desde la causa y ponemos en marcha soluciones parciales, erróneas o inadecuadas a problemas fácilmente solucionables. Antes de implementar una solución en su vida personal, laboral o académica, observe con detenimiento si tal solución verdaderamente corrige las causas que generan el problema o, si por el contrario, simplemente sirven de paliativos o sucedáneos momentáneos. Esto requiere discernimiento, pero con el tiempo y la experiencia aplicada obtendrás excelentes resultados.
La tarea es clara: Combata y corrija con todas sus fuerzas las causas que le impiden ser feliz, las mismas que están ubicadas al interior de la familia, la empresa, la sociedad y, muchas veces, dentro de usted mismo(a). En este último caso, la detección de las causas suele ser más complicado, pues requiere la extracción de los sucesos, sus causas y consecuencias, ubicándolas fuera de usted mismo, por tanto, deberá hacerse preguntas como: ¿De qué manera estoy actuando frente a las circunstancias actuales?, ¿Por qué reaccione de tal o cual manera el aquella ocasión?, ¿Qué motivo mi conducta en aquella ocasión?, ¿Cómo actuaria si fuera más inteligente?, ¿De qué forma reaccionaria si yo estuviera en su lugar? Ponerse en la piel de otro ser es una tarea que debemos aprender a realizar con pulcritud y respeto hacia uno mismo y hacia la otra persona, ello nos ayudará a tener éxito y triunfar en la existencia, éxito y triunfo medidos ya no en términos exclusivamente económicos o profesionales, sino también en cuestión de humanidad, de evolución y de grandeza. Trácese metas en todos los sentidos y procure medir su avance periódicamente, algo así como hacen las mejores empresas que siempre están pendientes de saber en qué estado de avance se encuentran frente a la competencia y de cara a sus propios objetivos. A estas alturas, quizás se pregunte por la forma en cómo se pueden medir cosas tan subjetivas como el éxito o el triunfo en estas últimas tres categorías. Permítame contarte que una medición de humanidad para el Pensador puede hacerse desde indicadores tan simples como responder a estas preguntas: ¿Cuántas personas ayudaste hoy?, ¿Mejoré hoy la vida de alguien?, ¿Cuántas palabras de ayuda y motivación salieron hoy de mi boca?, ¿Cuáles fueron mis pensamientos agradables durante una jornada?...Tantas formas de medir existen como pensamientos sucedan. Solo basta con querer hacerlo. En relación con la evolución, se pueden realizar mediciones tales como: ¿Comprendo y acepto a los demás tal como son?, ¿Mi perspectiva del mundo se ha ampliado en los últimos años?, ¿La lluvia y el sol me son igualmente queridos y aceptados?,¿Sufro menos ahora que hace algún tiempo?, ¿Estoy dispuesto a aprender nuevas cosas y formas de pensar y actuar?, ¿Acepto de buena manera todas las religiones?, ¿Ha disminuido mi nivel de crítica destructiva en los últimos años?...
La respuesta a estos grupos de preguntas nos puede situar en niveles de grandeza personal, profesional y laboral, es decir, nos pone cerca del buen Dios y de sus leyes. Esto llevó a Eliphas Levi a decir: “Las leyes físicas son las muelas de las que tú serás el grano, si no sabes ser el molinero”. Atrévete a ser el molinero de tu propio destino, a pensar y actuar de forma correcta y decente en medio de la oscuridad, la frialdad y la insensatez que caracteriza nuestra civilización, procurando entender las causas y actuando en concordancia con ellas; sabiendo con absoluta certeza que el mundo no es bueno ni malo, no es duro ni fácil o blanco o negro, el mundo es como es, y no como debiera ser. Decídete a caminar y corregir las causas de tu dolor y de tu sufrimiento, entendiéndolas primero y corrigiéndolas luego, aunque esto te cause temor y te haga olvidar hasta quien eres actualmente. No hay otra forma. 

Con respeto y cariño, dedicado a Javier Martinez Gutierrrez, un ser que busca la forma de la justicia, la comprensión y la evolución; que se esfuerza por ayudar a los demás y que, definitivamente, busca corregir las causas. El mundo cuenta con gente así. 

2 comentarios:

  1. Bien, el camino que nos lleva a la evolución como humanos contiene retos y, lograr ver mas claramente para obtener la verdadera causa del problema hace parte de aclarar y aflorar las virtudes de nuestros sentidos, asi que si es posible encontrar un camino que brinde mejores posibilidades, que permita ampliamente el campo de la felicidad y que nos lleve a iluminar el sendero que no trazamos en el dia a dia.

    Muy buen post.

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  2. Sin duda lo es, señor Wilmar A, la vida es eso y es aquello, es la gloria y el fracaso, es la salida y el ocaso del sol. Todo fluye en un constante devenir que nos trae de vuelta.

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